Los famosos Nenúfares del maestro francés que hoy se exhiben en el Museo de la Orangerie y en el Museo de Arte Moderno de Nueva York inspiran una instalación del artista chino Ai Weiwei
- 3 minutos de lectura'
Tenía 74 años cuando perdió a su hijo mayor, en 1914, poco después de haber enviudado y de que le diagnosticaran cataratas en ambos ojos. Claude Monet ya no veía tampoco esperanza en un mundo que estaba entrando en guerra. Sin embargo, el maestro del impresionismo decidió retomar un antiguo proyecto que se convertiría en el más ambicioso de su carrera: en su casa de Giverny construyó un tercer atelier, con ventanas en el techo para dejar entrar la luz natural, y se abocó por completo a terminar un legado que llegaría a casi trescientas pinturas.
Así nacieron los famosos Nenúfares que hoy se exhiben en el Museo de la Orangerie y en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Al primero llegaron gracias a una donación del pintor impulsada en 1918, a modo de celebración por el fin de la Primera Guerra Mundial, y firmada seis años después. Recién en 1927, meses después de su muerte, se cumplió su deseo: la instalación de un friso panorámico que envuelve al espectador en dos salas elípticas, en una superficie total de 200m2.
Monet dejó todo planeado, según el museo: “las formas, los volúmenes, la colocación, el ritmo y los espacios entre los distintos paneles, la experiencia no guiada del visitante a través de varias entradas a la sala, la luz del día que entra desde arriba e inunda el espacio, haciendo que las pinturas resuenen según el clima”.
Uno de esos techos vidriados y una de sus composiciones resultaron dañados durante los bombardeos de 1944. Aunque no fue el primer obstáculo que enfrentaron esas piezas. Según se admite en el sitio musee-orangerie.fr, “en 1927 el impresionismo parecía desacreditado por el renacimiento artístico propugnado por las vanguardias que habían irrumpido en escena a principios del siglo XX” y se llegaron a levantar “paredes a su alrededor para colgar pinturas para exposiciones temporales, que ocultaban el trabajo de Monet. No fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial, y en particular con la apertura de una nueva sala de arte moderno en Nueva York, que se lanzó una nueva mirada sobre su obra”.
En 1952, el artista André Masson publicó un artículo en el que describió las salas de la Orangerie como “la Capilla Sixtina del impresionismo”. Tres años después, el MoMA se convirtió en el primer museo de los Estados Unidos en adquirir uno de los más de cuarenta paneles que Monet realizó a gran escala; el tríptico exhibido en ese museo acaba de ser recreado por el artista chino Ai Weiwei con 650.000 bloques de Lego.