La casa de subastas Sotheby’s, que acaba de ofrecer cinco pinturas del “padre del impresionismo”, postergó la venta de otra que perteneció a una importante colección porteña
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En el principio fue la luz. Luego, los pomos de pintura. Esta última creación cambió la historia del arte, al permitir a los pintores del siglo XIX salir de sus talleres a pintar en medio de la naturaleza. Entre ellos Claude Monet, considerado el “padre del impresionismo”, quien se instaló desde principios de 1880 en Giverny. Fue allí donde realizó su serie más célebre, los Nenúfares, hoy exhibida en museos como el MoMA y el de la Orangerie.
En los alrededores de aquella casa pintó también, en 1894, tres obras inspiradas en el trigo cosechado en la campiña francesa. Si bien el motivo era el mismo, su intención era recrear los cambiantes efectos atmosféricos en distintos momentos del día. Una de esas piezas, titulada Las señoritas de Giverny (1894), fue presentada en un reciente remate de Sotheby’s en Londres como “un magnífico ejemplo del camino de Monet hacia la abstracción”.
Un camino que la trajo a Buenos Aires. Según la casa de subastas, esa pintura -cuyo remate se pospuso para mayo, por motivos no aclarados- fue exhibida por primera vez por el marchand Paul Durand-Ruel, en 1895, y comprada a comienzos de la década de 1920 en la galería parisina Georges Petit por el coleccionista Francisco Llobet. Este último la mostraría a su vez en la Sociedad Amigos del Arte (1924) y en la Asociación Amigos del Arte (1932). Tres décadas más tarde, integró también en el Museo Nacional de Bellas Artes la muestra El Impresionismo francés en las colecciones argentinas.
Eran otros tiempos. En 1999, poco antes de que el país atravesara una de las peores crisis de su historia, la obra fue vendida por los descendientes de Llobet y regresó a Europa. Se fue así del país un ejemplo excepcional del desarrollo realizado por Monet durante la década de 1890, cuando produjo algunas de sus obras más influyentes. Entre ellas, la serie centrada en la monumental catedral gótica de Rouen.
“Con su escultural aplicación de pintura, una línea de horizonte brumoso y las pinceladas de color que componen los brillantes pajares de color rosa dorado que parecen balancearse y desmoronarse a medida que los vemos, Las señoritas de Giverny mostró una nueva y emocionante forma de ver la naturaleza”, señala la historiadora del arte Katy Hessel en el sitio web de Sotheby’s.
La casa de subastas va aún más lejos al señalar la influencia que ejercieron las obras de Monet sobre “los trasfondos atmosféricos” de las pinturas realizadas en Auvers por Vincent Van Gogh, protagonista de la exitosa muestra inmersiva en La Rural. Una vez más, la campiña francesa regresa a Buenos Aires.