Cattáneo y el camino progresivo del héroe
Figura única en la historia de la música popular argentina, se construyó a sí mismo sin estridencias ni saltos abruptos
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Progresivo. El estilo musical que define buena parte de la carrera de Hernán Cattáneo tiene algunas características clave. Como subgénero dentro de la original música house de la década del 80 o de la actual denominación EDM (electronic dance music), el progressive pone más foco en la evolución del track, en las capas que se van sumando al beat, creando un particular efecto melódico. Esa evolución, lenta y, claro, progresiva, importa más que el drop, el efecto de un cambio repentino de ritmo que es clave en la dinámica de las discotecas actuales y su efecto eufórico. Esa descripción técnica sirve también como narración de la larga y exitosa carrera de Hernán Cattáneo, una figura única en la historia de la música popular argentina que se construyó a sí mismo paso a paso, sin mayores estridencias ni saltos abruptos, y que, claramente, es hoy mucho más significativo que el subgénero que lo tiene como uno de sus referentes mundiales, al nivel de algunos de sus creadores con los que tiene una larga historia de amistad y colaboraciones.
Pasión. Profesionalismo. Perseverancia. Y seriedad. Justamente, el camino del héroe de Hernán Cattáneo de Caballito a la consagración internacional es un recorrido de valores con escalas en las discoteca veraniega Sabash de Villa Gesell, las trasnoches de Cinema, la consagración local con su residencia en Pachá, su radicación en Gran Bretaña, su éxito en discotecas de capitales de Europa oriental o de Japón, el protagonismo sostenido en el verano mediterráneo…
Es difícil encontrar un drop, un corte abrupto, en esa narración hasta llegar al éxito y los sold out con anticipación. Porque también su encabezar el line-up de Creamfields Argentina, discontinuar sus presentaciones en discotecas locales tras la tragedia de Time-Warp, tocar en el Teatro Colón con un espectáculo inédito para las producciones electrónicas y hoy mismo protagonizar atardecer en entornos paradisíacos (de José Ignacio a Potrerillos, Mendoza) son capas de una evolución metódica de un ritmo sostenido. Una carrera de BPM (bits por minuto) imprevisibles pero sostenidos.
Y ahí está, quizá, la gran virtud de Cattáneo. Es mucho más que un DJ, aunque haya sido uno de los primeros que destacó, con mucho entrenamiento, por sus mezclas impecables (clave en el género que eligió y en la impronta con la fue definiendo sus sets, y luego sus composiciones). Esta última mutación, de hecho, lo tiene como pionero: en los primeros meses del año las figuras de la música electrónica llegan a Buenos Aires adaptando el formato masivo de sus sets fuera de las discotecas o los festivales: David Guetta (en el Movistar Arena), Tiësto (en el Luna Park) y Calvin Harris (en el Estadio Único de La Plata). Más que un jinete de discos o un productor (aunque en 2022 lanzó su disco más ambicioso, Future Memories), es un entretenedor enfocado cada vez más en el contexto y las condiciones en las que ejerce su oficio: la calidad del sonido, la ambientación, el entorno (lugares abiertos) e incluso su management de nivel internacional desde hace dos décadas son parte esencial de esta última evolución del estilo Cattáneo quien, a su vez, fue creciendo en edad junto con su audiencia.