Su hijo acaba de producir un disco con grabaciones de temas interpretados en guitarra; al hallazgo se suma la presentación de la pintura que estaba realizando cuando murió, a los 41 años
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“Qué bien dibujó el abuelo la comida”, comentó el adolescente, parado junto a su hermana y su padre frente a la pintura de Jorge de la Vega. Hay una langosta y un pescado, frutas, verduras, una porción de pizza, un chorizo, un huevo y personas que comen pollo y spaghetti en ese interminable festín creado en acrílico en 1971. Una obra tan llena de vida, que ni la muerte logró opacarla.
Quedó inconclusa cuando el artista falleció ese mismo año, a los 41, dos meses y medio antes de que naciera su primer hijo: Ramón, el mismo que se detuvo a contemplarla semanas atrás, junto a los nietos que Jorge tampoco conoció. Adquirida por Eduardo Costantini, integra desde ese día una muestra que une el acervo del coleccionista con el del Malba. El Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires incluye además importantes obras de De la Vega como Rompecabezas (1969), donada por el empresario al fundarlo en 2001.
Tanto conmueve a Costantini el legado de uno de los cuatro integrantes del grupo Nueva Figuración, que estuvo dispuesto a adquirir aquella obra monumental vendida por más de un millón de dólares en 2019 en arteba. Esa vez, un comprador misterioso le ganó de mano. Pero las creaciones de De la Vega siempre encuentran la forma de abrirse camino. Como el famoso gusanito de su canción, que va dibujando en el pasto a medida que avanza.
Otro ejemplo reciente es que ya está disponible en Spotify Más allá del tiempo, un álbum homenaje editado este año por Otras formas. Producido por Ramón de la Vega e interpretado por este último junto a Marikena Monti, incluye además invitados de lujo como Sebastian Schachtel, Javier Calamaro y Daniel Melingo.
“Incluye cuatro temas inéditos que aparecieron hace poco, tocados por él con la guitarra. Son como maquetas de lo que iba a ser su segundo disco, El viejo de la galera, que estaba planificando cuando se murió”, dice Ramón, que ya había participado con Monti de la reedición de El gusanito en persona en 2018, a medio siglo de su debut en la galería Bonino.
“Jorge de la Vega expone canciones” decía la invitación a aquel lanzamiento de su primer disco como cantautor, en 1968. La sala estaba empapelada con reproducciones de la tapa del long play, también diseñada por el artista. Dos años después interpretó esas canciones en la galería Carmen Waugh, al presentar Rompecabezas. “Más allá de no haberlo conocido, Jorge forma parte de nuestra cotidianidad –agrega Ramón-; sus obras lo mantienen vivo y presente”.