Autodiseñarse. El estilo único de Nathy Peluso
Nathy Peluso, la cantante argentina hoy de toda evidencia en camino hacia la fama grande, ha creado no un personaje sino una persona escénica y pública única. Su originalidad, su talento impetuoso y su sentido agudo de la teatralidad se manifiestan tanto en su canto, sus músicas, sus letras, su baile, como en las diversas apariencias que adopta, que son mucho más que meros looks, y como en su manejo personal de las modas. Prueba flagrante y reciente de su audacia ha sido su aparición, en junio, en el desfile, en el sur de Francia, de Jacquemus. Ella descolló allí con un fourreau negro traslúcido, que delineaba su silueta poderosa y real, y glorificaba sus senos. Más de medio siglo después del nude look de Yves Saint Laurent, que nunca trascendió de la pasarela, el futuro está aquí, acercado por Nathy Peluso, agente activa de lo que está llegando.
Parece claro que el itinerario de Peluso –chica argentina de familia emigrante que creció en una España imán de éxodos sudamericanos, bajo el signo de la contigüidad cultural y social– imprimió a su perfil el eclecticismo fértil que la distingue y que encaja a la perfección con la aldea global que configuran las redes. Allí ejerce de diosa latina, es la sirena cuyos juegos musicales hipnotizan, es toda una galería de mujeres combativas que fascinan y es, en lo que concierne a la moda, la über influencer por excelencia.
Para las multitudes que la siguen, Nathy “diosa, reina, gracias por existir”, los extremos a los que la artista llega, las infracciones que se permite, como la desnudez velada chez Jacquemus, el poderío de mujer que manifiesta en sus actuaciones, son ocasiones de goce y su excentricidad indumentaria la expresión más compartible de todo eso. En su vida cotidiana, según cuenta en un video de Vogue España, la prioridad de Nathy, bella animal de escena, es, oh sorpresa, la comodidad, al igual que una mayoría de señoras. Salvo que, en su caso, el concepto se traduce en prendas deportivas de amplitud máxima, en las que la chica Peluso puede estar literalmente a sus anchas. Buzos, pantalones, abrigos largos al tobillo, conjuntos de jogging versionados por marcas de chic urbano, todo es extra grande, incluidas las carteras. “Súper baggy”, dice ella.
Reserva las prendas ceñidas, que lo son también al máximo, y la micro cartera de mano para las citas románticas. Favorece la creación joven, las marcas que surgen con aura de vanguardia y no temen ni a lo ostensible, ya sea de lujo o camp o nuevo lujo viejo, todo visto con una cierta ironía afectuosa. Escuché que ella decía por ahí que su marca favorita es Prada. Pero en sus videos ha agradecido también a Diesel, Givenchy, John Galliano, Jean Paul Gaultier, Balenciaga, Vétements, Dior y Rat & Boa, adeptas a vestir a las estrellas de la galaxia pop .
Pero sin duda su contribución mayor a la cultura del vestir (y a los códigos de género en gestación) es el modo desenvuelto en que vive y celebra su cuerpo de heroína de historieta –torso rotundo, caderas generosas, un trasero de Afrodita Calipigia, muslos formidables, fuera de las normas lelas que aún rigen la moda. Mientras crece con su persona escénica y mientras inventa nuevos cantos y nuevas formas de cantarlos Nathy Peluso inventa también una relación personal con el vestirse, un modo suyo, un estilo único que, como su música, mezcla elementos múltiples, abierto a todos los cambios. Y es algo que solo recién empieza.