Así fue la reinvención de British Vogue
De entre las numerosas ediciones internacionales de Vogue hubo en todas las épocas alguna que captaba y distribuía lo nuevo y lo único de cada momento con mayores prontitud, acuidad y estilo que sus colegas hermanas y competidoras. En decenios recientes cumplió ese rol precursor la Vogue Italia dirigida por Franca Sozzani. En los 2000 se sumó como referente de una sensibilidad after hours muy en el aire de la época, la Vogue Paris de Carine Roitfeld.
Hoy, y desde 2017, las páginas que vehiculan el zeitgeist y ayudan a definir los itinerarios que vendrán están en la Vogue británica conducida por primera vez por un hombre, gay y de color, Edward Enninful, nacido en Ghana en 1972. El giro estético y conceptual que él ha dado, ha sido inmediato y notorio y también duradero, tal como su itinerario dejaba prever. A los 18 años ya era director de la moda en i-D, la influyente revista de la movida joven; pasó por las Vogue de Italia y de Estados Unidos y por W. Al seguir su trabajo y sus entrevistas se hace evidente que han sido sus orígenes y su experiencia de joven inmigrante en una Londres variada, de marginalidades y esnobismos vistosos, lo que vuelve vibrante y desprejuiciada su visión de la cultura del vestir y la distancia de la norma establecida.
Hay en el enfoque de Enninful de las imágenes de moda como una descarga de otredad, colorida, luminosa, que viene de su experiencia identitaria, donde se entreveran rock, pop, show business e historia del estilo, y aquel carnaval afro-caribeño que veía desfilar en su calle de Notting Hill, el barrio donde desembarcaron con seis hijos su padre militar y su madre modista.
Abrió con gran amplitud las páginas de la revista y sus portadas a las diversidades de origen, de género y de cultura, y mantuvo en primer plano las señales visuales potentes y sofisticadas que el público espera de la marca más notoria de la prensa de moda de élite. Su Vogue cultiva el lujo; lo despliega, o lo explota, sin inhibiciones, aunque no aplicado a personajes de alto vuelo, sino a las protagonistas del presente admiradas y seguidas por las mujeres de todos los días. En 2018, una de las primeras tapas de Enninful transformó a Oprah Winfrey, magnate de los medios y gran estrella de la cultura popular, en una suerte de reina de fábula, vestida de concretos y soberbios modelos de gran gala, decorados de un desborde de diamantes y esmeraldas, el todo, créase o no, en perfecto equilibrio.
No es nuevo, por cierto, el encuentro de lo popular con el lujo y el glamour, formas extremas, e incluso extremistas, de la artificialidad. La ductilidad y la cancha con que Enninful ensambla opuestos lo salva de caer en el kitsch que impregna gran parte de la moda de hoy. No hay revoluciones en la prensa de moda, pero sí de tanto en tanto cambios significativos, como el que Edward Enninful viene operando desde la sólida Vogue House de Hanover Square. Para constatar de que va la cosa, basta visitar el Instagram de la revista. Las tres portadas más recientes y las entrevistas sustanciosas que las acompañan dan una idea del diálogo que Enninful busca: de Billie Eilish en bomba sexual encorsetada a Malala Yousafzai, la activista pakistaní y Premio Nobel de la Paz a Margot Robbie, star de Hollywood epítome de la seducción rubia, no natural como se debe, y productora comprometida. A sus buscadores.