Alto rendimiento. Una de las grandes ganadoras de los Juegos Olímpicos alza su voz contra el exitismo y los patrocinadores
“Quiero cambiar el eje y mostrarme vulnerable”, dice la velocista estadounidense Allyson Felix. de 36 años
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Los Juegos Olímpicos de Tokio estuvieron en las antípodas de lo esperado por tantas circunstancias que resultaron una paradoja. Más allá de la localización geográfica, la pandemia los había puesto en jaque, bajo el serio riesgo de suspenderse de manera definitiva, justo bajo el marco de la sociedad más previsora y organizada del planeta. Pero, además de esta situación atípica global, Tokio se configuró en los JJ.OO. con más mujeres atletas madres de la historia.
Esta revelación lleva más de medio siglo gestándose. Fue Fanny Blankers-Koen (“la ama de casa voladora”) la primera mujer que ganó cuatro medallas de oro en una de estas competencias (Londres 1948) cuanto tenía 30 años, dos hijos y un embarazo de tres meses. Entre sus logros se encuentran haber batido veinte récords mundiales en carreras de velocidad, vallas, salto en alto y largo, y en pentatlón. Se retiró a los 37 años, luego de participar de los juegos de Helsinki en 1952.
La máscara de la madre detrás de la atleta fue quitada de manera definitiva en 2019 por Allyson Felix, una valiente deportista californiana de 36 años que tituló My Own Nike Pregnancy Story (Mi propia historia embarazosa de Nike) a su carta publicada en The New York Times a fin de exponer la reducción del 70% de su contrato publicitario por parte de la compañía en ocasión del anuncio de su embarazo.
“Las atletas tenemos demasiado miedo de decir públicamente que si tenemos hijos corremos el riesgo de que nuestros patrocinadores nos recorten el salario durante nuestro embarazo y después del nacimiento. Es un claro ejemplo de una industria deportiva donde las reglas están hechas mayoritariamente por hombres”, dice ese texto que marcó un cambio radical en las condiciones expresas de los contratos con las atletas mujeres de allí en más. Los acuerdos, gracias a su denuncia, se reconfiguraron desde entonces, no permitiendo rescisiones ni reducciones por 18 meses durante el embarazo y el primer período de maternidad.
Desde entonces, su batalla no solo tuvo efecto particular en torno al gestar, sino que decenas de marcas empezaron a confiar en un nuevo nicho de comunicación más amable con los mensajes que mujeres fuertes como Felix quieren dejar. Para los últimos juegos de Tokio, Felix fue la voz de una campaña organizada junto a Procter & Gamble y su marca Pantene bajo el lema Cuál es tu legado, cuyo objetivo fue poner en el tapete la vida integral de la atleta: en su práctica deportiva y como mamá. Estos últimos Juegos fueron mucho más que una competencia para ella. “He tenido demasiadas cuestiones para lidiar –cuenta a LA NACION revista–. Fueron Juegos postergados, atravesamos las inquietudes de la pandemia, pero, además, debí enfrentarme no solo con mi propio desempeño, sino con la responsabilidad de representar a las deportistas madres y hacerlo airosa”.
Ha hecho hincapié en que no son las medallas aquello que define a las atletas. ¿Cuáles son sus fundamentos de ese argumento?
Es un valor que he intentado poner en agenda porque creo que muchos atletas lo llevan en su ADN, es parte de la naturaleza del deporte. Mucho de nuestras carreras se ha basado en metas, desempeño, marcas y la definición de éxito. Quiero cambiar el eje y mostrarme vulnerable frente a esas métricas. Tratar de poner el acento en otras cuestiones y hacer transparente mi discurso al respecto. He hecho un trabajo personal muy intenso para intentar no regir mi vida bajo esos estándares, reconociendo que mi desempeño en las competencias no define quién soy como persona. No define mi valor, aunque para el mercado sea esa la medida que desea imponer. Es muy complejo volverse sordo a la manera en que el mercado grita en tu oído dónde radica el éxito, cuando es todo lo contrario. Mantenerse firme en quién es uno, qué quiere de su vida, rodearse de eso que quiere construir puede ser un desafío muy complejo cuando el ruido exterior es tan abrumador. Lanzar estas ideas, abrir estas conversaciones es una manera de recalcar somos absolutamente suficientes por derecho propio y somos dignos de nuestros sueños, con o sin medallas.
Sin Mujer Maravilla
Cuando me alineo para una carrera, normalmente tengo miedo. Por supuesto, siempre estoy un poco nerviosa, pero si soy honesta, tengo miedo. Ese fue el pensamiento que posteó en sus redes sociales en medio de los últimos Juegos Olímpicos.
¿Miedo a qué?
Nunca he tenido miedo de mis competidores, estoy dispuesta a correr con quien sea y cuando sea. En el pasado, perdí carreras importantes ante personas que dieron positivo en un test de estimulantes y si soy honesta, sabía que tenían una ventaja injusta antes de alinearme junto a ellos, pero nunca les he tenido miedo. Y no tendré miedo de mi futuros competidores tampoco. No tengo miedo de perder: Pierdo mucho más de lo que gano; así es la vida y creo que así es como se supone que debe ser. Descubrí que aprendo más de mis pérdidas y que he ganado mucho más valor en el viaje hacia una meta que en lograr esa meta. Me alinearé, daré lo mejor de mí y ganaré o perderé y eso no me asusta.
¿Entonces el miedo es algo más personal?
Sí, puede ser. Tal vez una mezcla, pero no vinculado a ganar. Tengo miedo de defraudar a la gente. De defraudarme. Me mantengo en estándares tan altos y me di cuenta mientras estaba sentada sola en la noche antes de mi última final olímpica individual de que, en muchos sentidos, he dejado que mis actuaciones definan mi valor. He tenido miedo de que mi valor esté ligado a si gano o pierdo. Pero he decidido dejar ese miedo atrás. Como te contaba antes, para entender que soy suficiente.
¿El miedo a no estar a la altura es un conflicto de expectativas propias y ajenas?
Exacto. Es algo que me dije a mí por mucho tiempo, pero que abro y comparto para cualquier otro atleta que se defina a sí mismo por su número de medallas, o a cualquier otra medida que someta. Lo pienso también para una mujer que considere que se define su valor en función de si está casada o no, o si tiene hijos. Lo digo para cualquiera que piense que las personas a las que admira en la televisión son diferentes a uno. Tengo miedo como vos. Pero también somos mucho más que suficiente. Así que quitate el peso de las expectativas que los demás tienen sobre vos. Hay libertad al otro lado de tu miedo. Salí y sé valiente con tu vida.
Elegir con qué pisar
Felix nació el 18 de noviembre de 1985 en Los Ángeles, California. Su padre, Paul, es profesor en The Master’s Seminary en Sun Valley. Su madre, Marlean, es maestra de escuela en Balboa Magnet Elementary. Tiene un hermano mayor, Wes, que fue velocista y ahora es su agente. Allyson logró su primer título internacional compitiendo en los 100 metros en el Campeonato Mundial Juvenil de Debrecan en 2001. Compitió en sus primeros Juegos Olímpicos a los 18 años, en los Juegos de Verano de 2004 en Atenas. Allí ganó una medalla de plata en los 200 metros; su tiempo de 22.18 estableció un récord mundial juvenil.
En el Campeonato Mundial de 2005 en Helsinki, Félix se convirtió en el medallista de oro más joven en la carrera de 200 metros. En 2010, se convirtió en la primera persona en ganar dos trofeos de la Liga Diamante de la IAAF en un año. Planea retirarse antes de 2024, por lo cual los de Tokio fueron sus últimos JJ.OO.
“Ser la mamá de Cammy es mi trabajo número uno –cuenta–. Es mi mayor logro”. Pero no presenta una maternidad edulcorada. Debió ser sometida a una cesárea de urgencia ante el diagnóstico de preeclamcia (presión arterial alta y signos de daños en otro sistema de órganos). Reconoce que se le abrieron nuevos desafíos, pero que su hija fue fuente de inspiración. “Ella realmente me ayudó a encontrar mi voz y me encaminó a más logros. Estoy muy agradecida por esa bendición y emocionada por el modo en que nos acercamos para que ella pueda experimentar mi vida”.
Parte de tu proceso de maternidad fue la aparición de tu colectivo Saysh. ¿Qué razones tuviste para su creación?
Creemos que construir una comunidad se trata de un compromiso bidireccional, conocer a nuestro colectivo donde está y ayudar a la gente a verse a sí misma. La comunidad es una relación. Es gente hablando, compartiendo y siendo vulnerable. La comunidad es gente. No es tamaño. Nuestra comunidad comenzó con mi hermano y yo. Compartí un problema: no tenía zapatos para usar en los Juegos Olímpicos de Tokio. Mi comunidad, que era Wes, escuchó y brindó una solución: Saysh. Saysh es una comunidad creada para celebrar, educar y empoderar a las mujeres. Estamos comprometidos a ser una comunidad que escucha y luego trabaja para encontrar una solución.
El colectivo, según definió la propia Allyson, “es para mujeres que reconocen el esfuerzo que se necesita para no esforzarse”. Su proyecto se expande hacia una serie de productos y construcción de comunidades creativas. “Saysh es una marca de estilo de vida centrada en la comunidad para y por mujeres –explica–. Es una plataforma para compartir la verdad. Nuestro objetivo es permitir que aquellos que han estado en la cima de la montaña vuelvan a bajar, extiendan sus manos y alienten a alguien más en su viaje. Todo lo que creamos se basa en la comunidad, y así es como podemos impactar a las personas”.
El calzado puede ser una metáfora de estar “bien plantada”.
En el mundo de los deportes y el calzado, las mujeres son, en su mayoría, una ocurrencia tardía. La influencia de las mujeres, especialmente de las de color, continúa aumentando en las industrias del calzado y la ropa de calle; sin embargo, las marcas y colaboraciones propiedad de mujeres siguen siendo desiguales. Con la demanda de más productos para mujeres creciendo a velocidades récord, Saysh ha identificado la necesidad de más oportunidades y productos en el mercado. Ese es el espacio en el que queremos impactar a las personas.
Las zapatillas se han convertido en calzado urbano. Se saltan objetivos. ¿Cómo vivís el uso de estos zapatos, considerando que siempre te acompañan en tu trabajo?
El Saysh Spike One en los Juegos Olímpicos de Tokio marcó la primera vez en atletismo que un atleta compitió con su propia marca. Es una propuesta de carrera a medida del más alto calibre, hecho a mano en los EE.UU. y con un peso alucinante de 104 gramos. Este zapato es la encarnación física de usar tu voz, conocer tu lugar y un compromiso para crear un cambio.
¿Cómo creés que el atletismo se cruza con la inspiración?
Creé Saysh junto con mi hermano después de mi batalla contra la injusticia de género cuando mi patrocinador de entonces no apoyó mi maternidad. Me dijeron que conociera mi lugar y esencialmente eligiera entre ser profesional y ser madre. Como resultado de negarme a elegir entre uno u otro, nació Saysh. La idea nos recuerda que debemos ocupar espacio, que debemos vivir en nuestra grandeza y luchemos por lo que creemos. Fuimos más allá de un calzado. Saysh Collective es una plataforma en línea impulsada por la comunidad para que los miembros interactúen con personas de ideas afines, escuchen conversaciones, participen en entrenamientos energizantes y tengan acceso a ventajas exclusivas para miembros.
¿Qué nuevas motivaciones cree que aparecieron con la pandemia?
En lo particular aprendí a ser más amable conmigo misma, pero al mismo tiempo, la pandemia me concentró en mis objetivos. Ser fuerte se ve de muchas formas diferentes, y no es solo la imagen de un cuerpo bonito o atlético que tenemos en mente, hay tantas maneras diferentes de ser fuertes. Creo que la pandemia nos enseñó que se trata simplemente de descubrir nuestras fortalezas y aceptarlas.