Vida en Marta, de Santiago Craig
Una voz se despierta con Marta. Aunque no es exactamente la de ella, la sigue desde adentro y cuenta el ciclo completo de su vida, desde la infancia en la década de 1980 hasta la muerte en un futuro cercano. En Vida en Marta, segunda novela de Santiago Craig (Buenos Aires, 1978), no son tan importantes los propios sucesos, similares a la experiencia de la clase media urbana, sino lo que se esconde en el modo de mirarlos.
La vida del personaje empieza con la luz, un berreo, lo que nace. La primera de las cuatro partes que componen la novela se llama “Nacer” y muestra la prehistoria, la vida de los padres de la protagonista. Enseguida la bebé, Marta, se instala en el centro de una pareja amorosa, con sus propias historias. La nena crece y la narración proyecta el mundo desde el descubrimiento que “los sueños tenían leyes y estaban hechos con partes olvidadas del día”. La perspectiva es infantil, de una curiosidad capaz de hallar las cosas que anidan “entre nada y nada”.
En la segunda parte, “Crecer” aparece el desarrollo del cuerpo, las amistades entrañables, la rebeldía y los hitos de una generación: el rock, los programas de televisión, las vacaciones en Villa Gesell, la radio, el porro, las bromas telefónicas, los novios “potros”.
En “Vivir” llega el amor verdadero con Antonio, y el ciclo de casamiento, hijo, trabajo. Lo que sigue queda para “Además”, un final que cobra vuelo en un lenguaje más alejado de la cotidianidad, cercano a otras zonas de la experiencia y de la lengua.
A lo largo de la historia, los pormenores diarios, las percepciones de Marta, su modo de sentir se suceden como si no hubiera recorte. Es decir, la narración se expande en momentos importantes y otros intrascendentes, que funcionan por acumulación. De ahí que el tiempo muestre su consistencia y peso creciente. Craig enlaza acontecimientos y capta, en los mejores momentos, el despertar de lo que se revela. En otros, en cambio, las escenas se encadenan con monotonía, una reiteración en los recursos que disminuyen la fuerza del conjunto.
Más allá de eso, hay imágenes certeras que vuelven extraño lo cotidiano, capaces de mostrar los momentos escurridizos y deslumbrantes de las felicidades mínimas. Ese rasgo lleva a pensar en la novela anterior de Craig, Castillos, en la que una familia viaja a un balneario en Uruguay para unas vacaciones tan dichosas como raras.
Frente al desafío de narrar una existencia completa, Vida en Marta elige una forma singular de habitar y la traduce a un estilo íntimo que, de alguna manera, parece encarnar el de una generación que atravesó el cambio de siglo, la pandemia y enfrenta, como quizá ninguna otra, la fragilidad del desconcierto.
Vida en Marta
Por Santiago Craig
Tusquets
352 páginas, $ 29.900