Una guerra que se extendió a todo Medio Oriente
A un año del ataque de Hamas, la ofensiva de Israel al sur del Líbano y la represalia iraní recrudecen el conflicto
- 8 minutos de lectura'
Eran las 6.29 a.m. del sábado 7 de octubre de 2023. Era la fiesta de Simjat Torá en el calendario judío y millones de israelíes se preparaban para celebrar. Centenares de jóvenes bailaban bajo un cielo límpido en el festival musical Nova, cercano a Gaza, y la mayoría de los residentes de los kibutz de la zona aún dormían. En ese momento comenzó el peor día en los 76 años de historia del Estado de Israel. Comenzó la peor matanza de judíos desde el Holocausto.
Fueron cinco acciones combinadas. Una lluvia de más de 3000 misiles disparados desde Gaza sobre Israel, una invasión terrestre con más de 3500 terroristas armados, una invasión marina y una aérea, más el accionar de drones que destruyeron las cámaras perimetrales que vigilaban los movimientos en la frontera entre Gaza e Israel.
Tras cuatro días de combates, 1200 israelíes yacían muertos y 249 secuestrados en los túneles de Hamas en Gaza. El más grande, un hombre de 85 años, sobreviviente del Holocausto. El más pequeño, un bebe de 8 meses, Kfir Bibas, hijo de una familia de origen argentino, que aún sigue secuestrado y lleva más tiempo de vida en cautiverio que en libertad. Decenas de familias fueron quemadas en sus hogares, comunidades enteras destruidas, cuerpos decapitados y decenas de mujeres violadas y asesinadas.
Fue un shock emocional gigantesco para Israel y para la colectividad judía mundial –que aún persiste– y desató un año de guerra que parece lejos de llegar a su fin y que se ha transformado en una conflagración con alcance global, que involucra a Irán y los Estados Unidos.
Para Israel fue un golpe a la reputación de su poderío militar y servicios de inteligencia. La captura de centenares de rehenes, 101 aún en cautiverio, sigue siendo un peso que asfixia a una sociedad, para la cual la solidaridad y la defensa de los suyos es un ética inquebrantable del Estado y de sus fuerzas de seguridad.
“Este es un país que alguna vez envió comandos al medio de Africa a rescatar 100 rehenes en Uganda, en 1976″, recuerda Yossi Klein Halevi, reconocido escritor e intelectual israelí-norteamericano. “La solidaridad judía es la piedra basal de nuestra cultura y no poder salvar a nuestros rehenes, que están a un grito de distancia de Israel, es intolerable”.
Israel señala que la guerra en Gaza dejó al momento 35.000 personas muertas de las cuales aproximadamente la mitad –unos 18.000– son combatientes de Hamás. Israel presenta estas cifras como prueba de que su campaña militar está lejos de haber sido una matanza indiscriminada de civiles, dado que la relación entre víctimas civiles y militares es cercana al 1 a 1, lo que se considera bajo en una guerra urbana como la que se pelea en las calles de Gaza. Estas cifras se esgrimen ante las imputaciones de voces como la del jefe de Naciones Unidas, Antonio Guterrez, que acusó a Israel de haber realizado un “castigo colectivo” en Gaza. Israel lo declaró esta semana “persona non grata” y le prohibió la entrada al país.
Fuentes militares israelíes aseguran que la capacidad de fuego de Hamas ha sido reducida a una fuerza testimonial y que al menos la mitad de sus túneles han sido destruidos.
Brazos armados
Para Israel, la guerra nunca fue solo contra Hamas en Gaza. Hamas es uno de los muchos brazos armados de Irán. Otros tentáculos incluyen a los hutíes en Yemen, milicias armadas en Siria e Irak y fundamentalmente Hezbollah, con sus miles de soldados y enorme arsenal militar enquistados en el sur del Líbano, a pasos de la frontera norte de Israel. Desde el inicio de los enfrentamientos en Gaza estas fuerzas han hostigado a Israel con misiles, lo que obligó al desplazamiento de unas 70.000 personas que vivían cerca de la frontera norte.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, prometió desde el inicio de las hostilidades obtener dos resultados innegociables. La erradicación de Hamas en Gaza y el retorno de los rehenes. Ninguno de los dos objetivos ha sido plenamente alcanzado y muchos de los rehenes ya han muerto.
En un intercambio de rehenes israelíes por terroristas de Hamas en noviembre, Israel recuperó 105 rehenes. Pero desde entonces no se generaron nuevos acuerdos y excepto una operación en la que Israel rescató a cuatro rehenes, no hubieron novedades positivas en ese frente. Hamas asesinó en agosto a seis jóvenes israelíes y dejó al desnudo el trato inhumano que les proporcionó durante sus 11 meses de cautiverio.
Por otro lado, pese a la enorme destrucción en Gaza, Hamas sigue existiendo y no está claro cuál será su futuro en la región.
Pero en las últimas semanas el equilibrio de fuerzas cambió radicalmente. Israel exhibió una seguidilla de éxitos militares que dejaron tambaleante a sus enemigos. En julio, la fuerza aérea mató a una de las cabezas de Hamás, Ismail Haniyeh, en Irán. En septiembre, en un operativo sin precedente, Israel hizo explotar miles de beepers (pagers) en poder de militares de Hezbollah. Si bien las cifras oficiales hablan de 50 muertos, fuentes israelíes aseguran que esa cifra es al menos diez veces mayor.
Cúpula descabezada
Días más tarde, en un bombardeo israelí, fue asesinado el líder histórico de Hezbollah, Hassan Nasrallah, un hombre que ha cometido innumerables atentados terroristas contra israelíes, norteamericanos y europeos, y vinculado a los atentados contra la sede de la AMIA y la embajada de Israel en Buenos Aires. En pocas semanas toda la cúpula militar de Hezbollah fue descabezada.
“Esto para Israel fue un éxito masivo,” señala el analista israelí Amos Harel. “Parece una operación salida de una película de James Bond por la temeridad de lo alcanzado. Abre una nueva página en esta guerra”.
Israel recuperó un poder de disuasión que había quedado dañado luego del 7 de octubre y sus servicios de inteligencia recobraron parte de su brillo. La estrategia de Irán de rodear a Israel de fuerzas hostiles quedó trunca.
Irán se encuentra ahora en un dilema profundo. Como potencia militar debía responder a la ofensiva israelí o quedar expuesta como un tigre de papel. Pero entrar en una guerra abierta contra Israel y Estados Unidos le presenta desafíos muy significativos.
El recientemente electo presidente Masoud Pezeshkian ya enfrenta serios cuestionamientos internos, con una economía que tiene una de las tasas de inflación más altas del mundo, cortes de suministro eléctrico casi diarios y un sector importante de la población contrario a las imposiciones islamistas.
Por el momento, la respuesta fue una lluvia de 160 misiles que cayeron esta semana sobre Israel pero que fueron mayormente neutralizados por los sistemas de defensa israelí y norteamericano. Israel prometió responder. Al cierre de esta edición aún no lo había hecho.
“Para Irán es un dilema enorme porque si no muestra fuerza, Israel va a desafiarlo aún más. Pero si en las condiciones actuales llevan a su país a una guerra con un enemigo con el que no comparten fronteras, se les puede complicar mucho el frente interno”, dice el analista iraní-israelí Meir Javedanfar, investigador en la Reichman University de Tel Aviv y autor de libros sobre Irán.
Javedanfar no duda en afirmar que Israel aprovechará este momento de superioridad militar para golpear a Irán.
“Es un momento histórico para Israel para responder,” dice. “Con un ataque contra bases militares pueden causar un daño y forzar al régimen iraní a pagar un precio alto por sus política en Medio Oriente. Y en este caso, el precio lo pagaría Irán en forma directa, no a través de proxies”.
Sin mea culpa
En Israel, el hasta ahora muy devaluado primer ministro Netanyahu, que aún no ha realizado un mea culpa por los eventos del 7 de octubre y es rehén de fuerzas de ultra derecha en su coalición, muestra una recuperación en las encuestas gracias a los éxitos militares. Su partido, el Likud, ya está disputando el liderazgo en las preferencias de los israelíes. Así y todo, muchos descreen de su renacimiento político.
“Netanyahu está viviendo en un mundo de fantasía si cree que puede volver a ganar una elección”, dice Klein Halevi, en dialogo con la nacion. “Pase lo que pase, no puede borrar el desastre ocurrido el 7 de octubre último.”
El ex primer ministro Naftali Bennett es hoy su principal desafiante. Un hombre de centro-derecha al que los israelíes ven como respetuoso de las normas de una democracia liberal, en contraposición con las posturas cuestionadas como antidemocráticas de Netanyahu y muchos de sus ministros.
Pese a los resonantes éxitos recientes, los desafíos para Israel siguen siendo numerosos. Los brazos armados de Irán se reagruparán y más tarde o temprano recuperarán su poder de fuego, dicen los expertos. Pero, fundamentalmente, persiste el drama de los rehenes.
“Mientras haya un rehén vivo en los túneles de Hamas no podremos hablar de victoria,” dice Javedanfar.