Trump y Vance, una mala noticia para la política exterior de Milei
Tras la Convención del Partido Republicano y la nominación de James Vance como compañero de fórmula de Donald Trump, comenzó a delinearse el perfil de la nueva política exterior norteamericana, en caso de que este binomio gane las elecciones presidenciales de noviembre en Estados Unidos.
En base a las recientes declaraciones de Trump y Vance, está claro que Estados Unidos adoptará una política exterior mucho más aislacionista, proteccionista y abiertamente confrontativa frente a China a partir de 2025, en comparación con la primera presidencia del magnate neoyorquino. En ese sentido, hay varios elementos de esta nueva política exterior que debieran preocupar a Javier Milei, ya que no son compatibles con los principales posicionamientos que el Presidente ha adoptado en el plano internacional.
Quizás el tema más candente sea la controversial postura de Trump y Vance sobre Ucrania. Ambos han abogado por promover una negociación que termine rápidamente el conflicto, aunque eso implique el desmembramiento territorial de Ucrania. Apenas unos meses atrás, Vance participó en su carácter de senador nacional como invitado a la Conferencia de Seguridad de Munich. Allí fue la nota disonante de la delegación norteamericana, cuando objetó ampliar la ayuda financiera y militar a Kiev, al tiempo que rechazó reunirse con Volodimir Zelensky.
Interpelado sobre Vladimir Putin, Vance dijo en aquel encuentro: “Hay muchos tipos malos en todo el mundo, estoy mucho más interesado en algunos de los problemas del Este de Asia en este momento, que en Europa”. Nadie imaginaba por entonces que Vance, otrora un crítico férreo de Trump, podía terminar cinco meses después como su compañero de fórmula. Toda Europa ahora observa con preocupación este nuevo escenario, mientras que Moscú celebra. El canciller ruso Sergei Lavrov elogió públicamente la postura de Trump y Vance.
En declaraciones a la prensa tras la convención republicana, Trump también insinuó una suspensión de la asistencia militar a Taiwán y la OTAN, comparando a la administración norteamericana con una compañía de seguros. “Ellos debieran empezar a pagar por el servicio que prestamos”, dijo, en sintonía con Vance. Asimismo, es esperable que Trump ejerza inmediata presión sobre Israel para terminar con la invasión a Gaza y buscar restablecer la estabilidad regional.
Como sea, ni Europa ni Medio Oriente figuran entre las prioridades de política exterior de Trump, que quiere rápidamente sacarse esas molestias de encima. Y ni que hablar de África y América Latina. En cuanto a nuestra región, sólo parece figurar en agenda por la inmigración ilegal. Se espera un fuerte endurecimiento de la política inmigratoria con foco, una vez más, en la frontera con México.
Pareciera que el binomio Trump-Vance aspira a concentrar el foco de la política exterior hacia una mayor confrontación con China, algo sin dudas inquietante. Vance ha sido muy explícito en ese sentido. En Munich, el joven senador de Ohio había dicho que Estados Unidos “debe dejar de dilapidar esfuerzos en regiones que no son de interés”, para concentrar todo en China. Por su parte, Trump prometió “tarifas históricas” contra Pekín. Pero lo más preocupante: hizo alusión a un “espectro de guerra que se cierne sobre Asia”, sin entrar en detalles.
Por otra parte, cabe recordar que Vance es un político abiertamente antilibertario, habiendo apoyado proyectos de intervención de entidades financieras de Wall Street, de fortalecimiento de sindicatos y algunas reformas laborales que lo han acercado paradojalmente a ultra-progresistas como Elizabeth Warren. Desde ya, muy lejos del anarcocapitalismo que pregona Javier Milei desde la Argentina, más allá de sus contradicciones permanentes en política económica. Apenas algunas coincidencias en temas menores, como género y ambiente.
Cabe preguntarse cómo quedaría parada la Argentina frente al eventual triunfo de Trump y Vance. Milei ha apostado a un alineamiento total con Estados Unidos basado en argumentos ideológicos y gustos personales. Y claramente ha tomado partido por Trump, con la esperanza que eso redunde en beneficios económicos futuros. Porque lo cierto es que, pese a sus constantes sobreactuaciones y viajes periódicos a Estados Unidos, hasta ahora no ha conseguido nada concreto de parte de la saliente administración demócrata. Es más, ha cosechado algunos desaires.
A partir del retorno de Trump: ¿Cómo conjugará Milei su apoyo ciego a Israel y a Ucrania? ¿Y qué postura adoptará el libertario frente al seguro recrudecimiento de tensiones entre Estados Unidos y la OTAN, con Argentina candidata a ingresar a la alianza como “socio global”? ¿Sabrá Milei que, si “no hay plata” para Ucrania, Israel y Taiwán, menos la habría para socios muchísimo menos estratégicos como la Argentina? Es dudoso que Trump pueda convertirse en un apoyo decisivo para Milei, más allá de las afinidades personales, en una región que no figura en las prioridades del programa “MAGA 2025″.
Así las cosas, es probable que Milei deba digerir un trago amargo a partir del año que viene, pese al triunfo de su “amigo” Trump. El presidente argentino parece por el momento blindado a la posibilidad de comprensión de un escenario global que se presenta cada vez más complejo, inestable y hostil, sobre todo para países periféricos y en problemas como la Argentina. Milei se ha concentrado en viajes privados para verse con empresarios y en su lucha ideológica desde los atriles contra la “izquierda internacional”. Urge entrar en razones y hacer una adecuada revisión estratégica frente a lo que viene, para nada esperanzador.
Director del Observatorio Sino-Argentino. Profesor visitante en la Universidad de Zhejiang (China) y regular en UCA y UNDEF.