“Succession”, ecos clásicos en un drama familiar de millonarios
De trama rica y compleja, con grandes actuaciones, la serie entró en su etapa final tras la muerte de Logan, el duro patriarca del clan
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“Los recientes eclipses de sol y de luna no nos auguran nada bueno. Aunque la razón natural lo explique de un modo u otro, el afecto sufre las consecuencias: el cariño se enfría, la amistad se quebranta, los hermanos se desunen; en las ciudades, revueltas; en las naciones, discordia; en los palacios, traición; y el vínculo entre el hijo y el padre se rompe. Este canalla de hijo encaja en el augurio: es el hijo contra el padre. El rey traiciona un instinto natural: es el padre contra el hijo. Atrás quedan ya nuestros años mejores. Intrigas, doblez, perfidia y desórdenes nos siguen inquietantes a la tumba”.
Este explosivo parlamento del fiel Edgar en Rey Lear, una de las grandes tragedias de William Shakespeare, funcionaría muy bien como síntesis de la serie televisiva Succession, el éxito de HBO dirigido por el británico Jesse Armstrong, que va por su cuarta y última temporada. Para los Roy, si hubo “años mejores” también han quedado atrás.
El domingo pasado se estrenó el decisivo tercer episodio (titulado irónicamente “La boda de Connor”, en referencia al casamiento del hijo mayor del titán de los medios estadounidenses Logan Roy), en el que Logan, que encarna Brian Cox, muere de un ataque cardiaco en pleno vuelo rumbo a Suecia mientras sus hijos asisten a la boda kitsch de Connor (Alan Ruck), que se celebra en un barco. El episodio alcanzó la máxima puntuación en el portal IMDb e igualó la del antepenúltimo capítulo de Breaking Bad. También fue, y sigue siendo, motivo de conversación y análisis en medios de comunicación y redes sociales (en la Argentina, el estreno coincidió con la interna de la “sucesión” en Juntos por el Cambio tras el renunciamiento a la candidatura presidencial de Mauricio Macri).
Si bien Succession es un Rey Lear sin ninguna Cordelia a la vista, abundan los bufones, traidores y aspirantes a ocupar el lugar del patriarca conservador de los medios de comunicación inspirado en el empresario Rupert Murdoch; a lo largo de las temporadas, Logan ha sentido “debilidad” por alguno de los tres hijos de su segundo matrimonio (Kendall, Shiv y Roman) y, a su vez, cada uno de ellos creyó ser el legítimo sucesor del imperio.
Muerto el rey, se espera que la lucha por el poder aumente –con la red de alianzas, conspiraciones y compraventa de empresas, favores y personas que se desarrollan en residencias y oficinas suntuosas– hasta el noveno episodio, cuyo estreno está previsto para el 21 de mayo. Succession es una mirada atenta al mundo en que las personas son evaluadas sobre todo como “unidades económicas” que forman parte de un mercado, como le dice Logan a Colin (Scott Nicholson), su chofer y amigo a sueldo.
“Succession, Yellowstone [la serie más vista en Estados Unidos, protagonizada por Kevin Costner] son del legado de Dinastía y Dallas –dice el sociólogo Luis García Fanlo, autor de El lenguaje de las series de televisión (Eudeba)–. A los norteamericanos les encantan las historias familiares y traumáticas de multimillonarios; es un género muy probado en cine y televisión. Y en el caso de Succession se destacan el guión, los actores, la dirección, la composición visual y el presupuesto sin límite”.
Como ejemplo, se puede mencionar el segmento de veintiocho minutos en que los tres hijos de Logan –interpretados por Jeremy Strong, Sarah Snook y Kieran Culkin– al enterarse del infarto y la muerte del padre expresan desconcierto, dolor, enojo y cierta capacidad de resolución que hubiera asombrado al mismo progenitor que, en el segundo episodio de la actual temporada, les había hecho saber que no los consideraba “gente seria”.
Según García Fanlo, que abrió un canal en YouTube para comentar esta y otras series y películas, Succession no tiene tanto público como parece en la Argentina. “Son los ruidosos de Twitter, pero son pocos –afirma–. Solo la podés ver si tenés HBO Max y acá la mayoría tiene Netflix. Ahora bien, los que añoramos el buen cine y las buenas historias vemos Succession por placer estético. La historia en sí no es nada complicada: el padre se está por morir o jubilarse y los hijos pelean por ser el sucesor; la cuestión está en cómo, y con tan poco, los guionistas hicieron esta trama intrincada, compleja y con mil giros argumentales”.ß