Solo lo fugitivo permanece, de Margo Glantz
En los remolinos del presente, no es arriesgado afirmar que la participación de los escritores en redes sociales no solo constituye un artificio literario en sí mismo, sino que a la vez constituye un archivo. Margo Glantz (Ciudad de México, 1930), que participa en Twitter de forma asidua, es un buen ejemplo. En 2015 tuiteó: “La forma literaria del futuro será el fragmento, dijo Walter Benjamin. Fragmentar: mi método favorito”. La etimología del término “fragmento” (del latín frangere, romper, destruir, pulverizar) es la puerta de entrada para los más de veinticinco relatos híbridos que constituyen Solo lo fugitivo permanece.
Nora García, álter ego de Glantz, discurre con pomposidad, encanto y desconfianza por distintos espacios, que van desde un consultorio de dentista o el mítico autobús rojo londinense hasta una calle de zapateros en Lisboa, cafés parisinos, museos por doquier y la antesala a una mamografía. Son los hilos con los que la narradora construye su propio mapa de caminatas. Rememora pinturas, rincones, personas, mascotas entrañables, bailes, borracheras. Un ir y venir del que toma, como una flâneuse, partículas sueltas, evocativas, imaginarias, axiológicas y las ensambla, en varias situaciones con una estructura narrativa más bien clásica, en otras sin amparo de una estricta cronología.
Resuenan, en ese montaje, referencias manifiestas a las obras de David Markson y Pascal Quignard: “Mientras piensa en los zapatos, Nora García sabe que escribirá un texto que tiene que parecerse a los libretos de ópera; la ópera detiene la historia y congela los sentimientos “, escribe con un guiño.
Solo lo fugitivo permanece
Por Margo Glantz
El Cuenco de Plata
172 páginas, $ 2490