Sin ideas ni líder. ¿Podrá el peronismo dejar otro fracaso atrás?
Golpeado por la magra performance del gobierno de Alberto Fernández y por escándalos varios, el partido de Perón atraviesa una crisis aguda sin visos de recambio dirigencial
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Puede graficarse con un hormiguero pateado. Sufrió una derrota electoral histórica; dejó un país más pobre que el que recibió; siguen apareciendo casos de corrupción que involucran a muchos de sus principales referentes y, además, los escándalos personales del expresidente Alberto Fernández traspasaron largamente el ámbito privado. ¿Podrá sobrevivir el peronismo, tal como lo conocemos, a esta crisis? ¿De qué modo? ¿Bajo qué nuevo rostro? El kirchnerismo cooptó al peronismo –que se encolumnó más o menos gozosamente– hace más de 20 años y por el momento no aparecen liderazgos alternativos al de Cristina Kirchner. Tras cada fracaso, el peronismo reencarnó con cambios en forma más o menos rápida. Esta vez, al menos por ahora, no hay indicios de la dinámica a la que nos tiene acostumbrados.
La expresidenta, con una condena a seis años por corrupción en las espaldas, le disputó el poder (y terminó vaciándolo) a Fernández durante toda la gestión. Estuvo ausente en la campaña electoral y, en los últimos meses, viene realizando reapariciones puntuales. Cuestiona la economía, critica al expresidente –a quien ella entronizó– e interviene en las negociaciones para la designación de Ariel Lijo en la Corte Suprema de Justicia. Aunque no es la de antes, al parecer nadie se le anima.
Los analistas consultados por LA NACION coincidieron en que, en este escenario, el peronismo debería avanzar en el principio de la psicología que, simbólicamente, habla de matar a la madre para sobrevivir como individuo. En este caso, sería para renovarse como movimiento político. Además, señalan la dificultad para ubicar ideológicamente al peronismo, que en su interior alberga a conservadores y “progresistas” y ha pasado por todos los colores.
En un peronismo desorientado, la expresidenta sigue siendo, aunque debilitada, un factor de poder. Hoy no hay otra figura que le haga sombra. El gobernador bonaerense, Axel Kicillof, vive en tensión con La Cámpora y esa situación abre dudas sobre su vinculo actual con Cristina Kirchner. Más allá de ese punto, los analistas enfatizan que su “identificación” con el kirchnerismo duro lo deja afuera de cualquier intento de renovación. El propio Kicillof impulsa al riojano Ricardo Quintela para presidir el PJ, hasta hace unas semanas liderado por Fernández.
Por fuera del kirchnerismo, los “otros peronistas” tampoco consolidan una posición. El cordobés Juan Schiaretti hizo una aceptable elección como candidato a presidente, mantiene reuniones y conversaciones, pero no despega. Su objetivo, en un país polarizado, es avanzar en una avenida del medio.
Sin autocrítica
Lucas Romero, director de Synopsis, sostiene que el primer paso que debería dar el peronismo para empezar a reconstruirse sería sancionar a los responsables de la crisis: “La función reparadora de la sanción podría ayudar a reconquistar votantes enojados; hay que ofrecer el castigo a los responsables y eso no existe. El peronismo está en una crisis reputacional y de desprestigio; viene de la peor derrota electoral, desde 2021 no controla el Senado y tiene menos de cien bancas en Diputados”. Romero hace una advertencia: “Hay un alma permanente y un corazón contingente; el alma del peronismo es el sector centroizquierdista y va a estar permanentemente en la oferta electoral; hay un grupo social que adhiere a esos valores”.
El director de Escenarios, Federico Zapata, también separa la “identidad” del peronismo de la “morfología política” que adoptó durante los años del kirchnerismo. Es la “identidad” que, según su mirada, le da el mayor plafón de estabilidad electoral. “No vemos a la identidad desapareciendo; hay una crisis de la superestructura que la organizó”, dice. “El kirchnerismo se volvió endogámico. Tiene muchas dificultades para hablarle a una audiencia externa. Hoy es casi un partido del conurbano y su liderazgo empieza a perder identidad. Ya nadie le cree, y hay una guerra tribal que no proyecta hacia afuera”.
El politólogo Gustavo Marangoni admite que el peronismo ha tenido una capacidad genética para sobrevivir, pero aclara que la forma en que logró sobreponerse en el pasado no tiene por qué repetirse en el futuro. “En las crisis anteriores no había líder; ahora sigue estando Cristina Kirchner. Sigue siendo la voz más potente. Los gobernadores e intendentes juegan la suya. Por adentro no se ve quién podría ser el relevo y, por afuera, los que están no tienen el relieve necesario”.
Respecto de cómo “reparar” lo hecho, está persuadido de que no alcanza con criticar a Alberto Fernández. “Hay que dar un paso más y definirse sobre conceptos centrales como el papel del Estado o las regulaciones. El triunfo de Milei, en parte, pone en cuestión todo eso. No basta con decir que no se está de acuerdo, hay que postular una alternativa. Hay una noción de Estado presente que, en los términos que fue planteado, está agotado. La gente no lo tolera más”.
Enfrentar a Cristina
Carlos Fara, consultor político y presidente de Fara Veggetti, sostiene que la renovación llevará un largo tiempo. “Así será en la medida en que no haya liderazgos alternativos. Otro factor es que el sujeto histórico del peronismo, el obrero industrial sindicalizado, dejó de ser un segmento clave de la sociedad. Eso limita su poder de representación. Además, el peronismo siempre apareció como el ‘bombero’ para resolver crisis, pero la presidencia de Alberto Fernández no logró responder a las demandas y se va del poder con una situación peor y eso lo desgasta en el imaginario”.
A criterio del analista, el peronismo “ha perdido rebeldía”. Señala que en otras oportunidades, cuando un liderazgo se estancaba surgía un sector que forzaba cierta renovación. “Hoy los que podían surgir perdieron y el peronismo se quedó si reservas. La liga de gobernadores es más chica y los que están no tienen mucha posibilidad de proyección. Y Kicillof nunca construyó un espacio propio, no es una buena figura para renovar”.
El factor Milei
El analista Sergio Berensztein dice que la suerte del peronismo hoy depende más de cómo le vaya a Milei que de sí mismo, pues nunca tuvo que repensarse con un gobierno con apoyo popular.
“A Cristina Kirchner, sin recursos, le será difícil contener a determinados referentes –afirma–. Pero es pragmática: defendió la transparencia en 2000 y trabajó con Lilita [Carrió], ahora se enfrenta con Victoria Villarruel porque la ve como una líder competitiva y con peronistas que le ofrecen apoyo por sus rasgos de nacionalismo clásico. El mayor problema de Cristina es que se quedó sin política económica, sin alternativa a su propio modelo de Estado, y entonces se le diluye el progresismo. Porque uno ve su recorrido y fue un fracaso”.
Romero señala que en el peronismo los reemplazos de liderazgo siempre se dieron por resultado electoral. Antonio Cafiero, recuerda, lideró la renovación tras la derrota de Herminio Iglesias y después perdió con Carlos Menem. “En 2001, cuando no había una figura dominante, Eduardo Duhalde asumió por la vía del acuerdo, sin que el problema se resolviera hasta que Néstor Kirchner ganó las elecciones. Desde entonces nadie le ganó a los Kirchner una interna y el liderazgo lo sigue teniendo Cristina. Para que haya una renovación alguien debería animarse en la interna; si eso no sucede, seguirá liderando”.
Zapata coincide: “Sin un liderazgo en contra de Cristina Kirchner nadie podrá proyectar poder. Si el peronismo sigue haciendo lo mismo, se mantendrá en este declive, es decir, con la centralidad en bajada del kirchnerismo. Lo más difícil es crear algo nuevo. Sacando el caso de Córdoba, los que hay son actores de núcleos muy chicos para una disputa frontal. La incógnita es quién ejerce el liderazgo, quién aporta los recursos simbólicos y materiales”.
Escenario convulsionado
Los sondeos de opinión pública muestran que Milei mantiene una posición de dominio del escenario político, que sigue mostrándose muy fragmentado. Incluso el propio Presidente tiene dificultades para ordenar su sector. En la oposición no aparecen liderazgos claros, lo que ha hecho que en las últimas semanas vuelvan a cobrar fuerza las figuras de Mauricio Macri y Cristina Kirchner. Pero ninguno de los dos tiene el control sobre todos los gobernadores, intendentes y legisladores de sus partidos.
Los consultores dicen que todavía es muy pronto para proyectar el comportamiento del votante de la base de la pirámide en las legislativas del año que viene. Es el segmento en el que, históricamente, el peronismo se movió con más comodidad, donde aprovecha su territorialidad y sus dirigentes tienen reflejos para actuar. Además, señalan, hay una diferencia entre una presidencial y una legislativa o un comicio a gobernador, como el que afrontará Santiago del Estero.
Todos los consultados por este diario parten de la base de que hay votantes de centroizquierda que deberán buscar opciones. A partir de esa premisa, Fara destaca los conflictos que hay en el propio peronismo: “Kicillof versus La Cámpora; Cristina que pide una renovación generacional y a la vez la cuestiona. Todo eso complica. Schiaretti tuvo un desempeño interesante en la elección presidencial, pero la transferencia debería producirse de Unión por la Patria hacia afuera”.
Berensztein sostiene que el riesgo que parece ver Cristina Kirchner es que le aparezca una amenaza por el peronismo del centro del país. Sobre esa posibilidad, señala: “El timing no es ahora; el enojo de la gente con el sistema lo llevó a Milei a la presidencia. Es difícil que ahora cuaje el modelo del consenso. En la medida que predomine Milei, ella capitaliza la polarización”.
“Es una discusión de fondo”, dice Berensztein. “Entre la Argentina no peronista que intenta liderar Milei y la de cultura peronista que puede seguir hegemonizando Cristina Kirchner hay un electorado pendular que no quiere reincidir con el kirchnerismo, que ya no cree en el que volverán ‘mejores’. Hay una crisis profunda en el peronismo y no se ve un espacio interno de reconfiguración. Solo hay voces sueltas”.
Zapata reitera que el kirchnerismo todavía mantiene apoyo en el progresismo. “Pero allí hay poco espacio –afirma–. Milei le está comiendo la sociología a todos, incluso a Pro y la UCR. Pensar la construcción de la política desde el progresismo no va; hay que dar una discusión desde lo económico productivo y desde lo institucional, que es donde Milei flaquea”.
Romero, sin embargo, señala que la alternativa ideológica a Milei para 2027 debería venir de la centroizquierda. “Pero quizá no es un peronista –dice–. Puede ser un candidato complementario que podría ir de Martín Lousteau a Martín Llaryora. Alguien capaz de nuclear un espacio más grande. Si Milei se consolida y la pelea es ‘mileísmo versus antimileísmo’, será otra cosa. Habrá polarización de nuevo. Pero si ese esquema deja de ser el preponderante, podría haber una construcción distinta, más de centro”.