Reseñas: El colibrí, de Sandro Veronesi
“Doctor Carradori, ¿cómo quiere que le cuente por teléfono todo lo que ha pasado en diez años?”, pregunta Marco Carrera al que fue psicoanalista de Marina, su mujer. Es la primera vez que se hablan desde que, diez años atrás, el terapeuta, rompiendo las reglas de su profesión, había ido a verlo para comunicarle que su matrimonio estaba acabado y que nacería “otro hijo dentro de poco, pero que no será suyo”. Ese diálogo telefónico (que tiene lugar cuando promedia el relato y el lector ya sabe de qué hablan) es uno de los modos narrativos a los que apela Sandro Veronesi (1959) en El colibrí, la novela ganadora del más reciente Premio Strega, de Italia, un ejercicio que desafía a los armadores de rompecabezas y evidencia la versatilidad del narrador.
Veronesi ya había demostrado esas dotes en Caos calmo, también ganadora del Strega en 2006, y que pasó al cine en una fallida transposición. Como en esa predecesora, hay duelos por seres cercanos que mueren o se suicidan y una hija pequeña –esto luce como rasgo obsesivo del autor– que aportará expectativas de un futuro más acogedor.
Marco Carrara tiene 59 años, la misma edad de Veronesi y es florentino (el escritor es de Prato, vecina de Florencia). La vida de Marco, en apariencia común (y, además, tan “en el aire” como la de un colibrí), oculta alternativas extraordinarias y, también, abismos insondables para los que el narrador edifica una estructura polimorfa: todo un síntoma de cambio en la fisonomía del formato novela de la literatura italiana de los últimos treinta años, de Antonio Tabucchi y Daniele del Giudice a esta parte.
En realidad, el atribulado Marco (un alma pequeña, de vuelo limitado, como el del colibrí) podría refugiarse en Luisa quien, después de todo, es su gran amor desde la adolescencia. Pero es un vínculo nunca plasmado del todo, un circuito viciado de mensajes y de adioses en torno de un amor que no acabará de consumarse nunca por un pacto… de castidad. Su mujer, Marina, una exazafata eslovena que parecía haber superado la droga y la lujuria, dispondrá de un atractivo capítulo revelador, con un continuum narrativo que el lector sentirá como un descanso a tanta alteración cronológica del relato.
No todo el desarrollo de El colibrí (décimocuarta obra narrativa de Veronesi, con títulos como La forza del passato o La profecía) atrae con la misma empatía; no obstante, la hija adulta del protagonista –narrador predominante– aporta el afluente más denso de esta trama compleja, discontinua, hecha de piezas de formato variado (cartas, narración omnisciente, mails, teléfono, whatsapps), a los que Veronesi apela a veces en exceso, pero que desafía a los lectores inquietos y exigentes. Fanáticos de Elena Ferrante y de Melissa P., abstenerse.
El colibrí
Por Sandro Veronesi
Anagrama. Trad.: Juan M. Salvador Arjona
314 páginas
$ 2350
Temas
Otras noticias de Libros
Más leídas de Ideas
Nazareth Castellanos. “Si Oriente dice esto y Occidente, lo otro, ¿por qué mejor no hablamos?”
Lecturas. Yuval Noah Harari advierte que la inteligencia artificial debe ser controlada
Un viaje al mundo contracultural de Alan Moore, artista del cómic
Liderazgo transaccional, o cómo negocian los intransigentes ideológicos