Reseña: Yo, una novela, de Minae Mizumura
El título original de Yo, una novela, el primer libro de Minae Mizumura (Tokio, 1951), una de las escritoras contemporáneas más interesantes de Japón, es Shishōsetsu from left to right y se publicó en su idioma original en 1995. A nuestra lengua llega catorce años después de la premiada Una novela real (2008). La palabra shishōsetsu, explica la traductora Luisa Borovsky en la nota que abre el libro, designa la “novela del yo”, fundamental en la literatura japonesa del siglo XX. Y de eso se trata: a través de las charlas telefónicas que Minae mantiene con su hermana Nanae, mientras afuera nieva copiosamente, la narradora y autora repasa su vida lejos de Japón.
La novela empieza el “Viernes 13 de diciembre de 198X”, día en el que se cumplen veinte años de la llegada de la familia a Estados Unidos (“¿El Éxodo?”, se pregunta la narradora, “Sí, ¡El Éxodo! La palabra es Éxodo”) y el día en el que Minae decide contarle a Nanae una decisión difícil: quiere dejar el mundo académico y dedicarse a escribir novelas en japonés, una lengua que, según su hermana, no domina del todo: “¿Te parece posible, sin haberlo hecho nunca?”, le pregunta. La decisión implica algo más: volver a Japón y vivir lejos de esa hermana que actúa como una suerte de doble, una “otra” semejante, con la que la narradora comparte no solo la historia familiar sino también una educación en el arte – de chica Nanae tocaba el piano, Minae tomaba clases de ballet–, pero que es muy diferente de ella.
Yo, una novela está escrita en japonés e inglés –aquellas palabras que figuran en inglés en el original están marcadas en negrita– y tiene en el centro la experiencia de la migración. Es, en ese sentido, contemporánea, pero al mismo tiempo repasa –punto de máximo interés– las experiencias fundamentales del siglo pasado. Las heridas de la guerra que, según cuenta Mizumura, llevaron a toda una generación a rechazar las costumbres japonesas por “el capricho de los Estados Unidos”. La familia busca mimetizarse en el relato con un entorno de colores chillones, maquillaje, osos de peluche, inmersa en una sociedad que, a pesar de los esfuerzos, siempre pensó a las hermanas como “asiáticas” en lugar de japonesas. La estadía se prolonga indefinidamente. Surgen el abandono de la madre, el final del padre en un asilo para ancianos cerca de Manhattan, la occidentalización de Tokio.
Con una prosa delicada, y una traducción exquisita que –se intuye– respeta el ritmo y la poesía del original, la autora se pregunta: ¿cuán extranjeros somos en nuestra propia lengua? Una posible respuesta se esboza a lo largo del diálogo incesante de Minae con su hermana, con ella misma y sobre todo con la tradición literaria japonesa: sea o no en nuestra lengua madre, escribir siempre implica la adopción de un idioma, la valentía de ocupar un territorio.
Yo, una novela
Por Minae Mizumura
A. hache. Trad.: Luisa Borovsky
407 páginas, $ 3400