Reseña: Y líbranos del mal, de Santiago Roncagliolo
Cuando Raymond Carver le comunicó el deseo de convertirse en escritor, su padre fue tajante: “Escribe sobre cosas que sepas. Escribe sobre esas excursiones a pescar que hacíamos”.
Las fisuras en el núcleo familiar, más que un tema, han constituido históricamente una constelación por donde viajan los artificios literarios. En Y líbranos del mal, sexta novela del peruano Santiago Roncagliolo (Lima, 1975), una escena clave, abisal, sucede al promediar la historia: Jimmy, el protagonista, cumple dieciocho años y en lugar de organizar un festejo, es invitado por su padre a pescar a la vera del río Hudson, en Nueva York. En esa intimidad, Jimmy intenta confrontarlo para entender las sombras de su pasado –en Perú– pero solo logra alimentar su silencio.
Sebastián Verástegui se entera de la enfermedad de su madre, que reside en Lima, pero en vez de viajar envía a su hijo. Desde que se ha mudado con su familia a Brooklyn, donde administra una catedral, no ha vuelto a su tierra natal. Mientras se hace cargo del cuidado de su abuela, Jimmy, el hijo, transmuta el enojo adolescente hacia la necesidad de entender por qué la figura de Sebastián reviste una estela non grata. El trasfondo, se anuncia en las primeras páginas del libro, tiene que ver con abusos cometidos por representantes del clero. Roncagliolo reconstruye el caso del Sodalicio de Vida Cristiana, una especie de secta que cooptaba jóvenes para enfrentarse al movimiento de la Teología de la Liberación, “caballo de Troya del demonio”, como diría el líder de la organización en la novela.
Y libranos del mal preanuncia una trama alrededor del misterio y de la complejidad, quizás impía o resiliente de sus personajes, pero, en el despliegue de una narración prolija y rectilínea, ese acercamiento poco a poco se desvanece. En el desarrollo de los tres capítulos, estructurados como una invocación a la Santísima Trinidad, no cae en la denuncia, pero tampoco se detiene demasiado en la psicología de las víctimas y los abusadores.
En las páginas de agradecimientos, el autor de Abril rojo –ganadora en 2006 del Premio Alfaguara–, también guionista, cuenta que organizó su trabajo a partir de conversaciones y de la influencia de otros productos narrativos recientes como Examen de conciencia (de Netflix) o el podcast de Radio Ambulante “Detrás del muro”, que permiten “echar luz a la oscuridad”.
Muchas veces, encontrar el corolario de un libro es una forma de subsumirse a los requerimientos del tema, algo que, incluso la Biblia nos dice que no es tan así: “Cuando esperaba el bien, entonces me vino el mal; y cuando esperaba la luz, vino la oscuridad”.
Y líbranos del mal
Por Santiago Roncagliolo
Seix Barral
400 páginas, $ 1860