Reseña: Ventisca, de Marie Vingtras
Los habitantes de un pueblo pequeño e inhóspito de Alaska se preparan para la crudeza: traban sus puertas, compran víveres para una larga temporada y se refugian en el calor de sus chimeneas frente a una tormenta de nieve que amenaza con destruirlo todo. Con el frío y la desesperación como protagonistas, comienza Ventisca, primera novela de la francesa Marie Vingtras (Rennes, 1972) ambientada en el ártico, ganadora del Premio de las Librerías de Francia en 2022.
La nieve resulta ser lo más inofensivo en esta trama cargada de suspenso, donde un niño se suelta de la mano de una mujer y desaparece en medio de un temporal salvaje. Poco y nada se sabe acerca de su origen y mucho menos de su familia. Bess, la mujer encargada de cuidarlo, intenta recordar cómo era sentir calor mientras recorre las calles en un clima feroz, intentando sobrevivir y estampándose una y otra vez contra puertas cerradas, arroyos y ríos congelados, y el silencio. Benedict –de quien en principio tampoco se sabe qué relación tiene con Thomas, el niño perdido–, y Cole y Freeman –dos vecinos–, la acompañarán en esa búsqueda helada, dejando ver poco a poco escombros de la rabia y el dolor que tienen dentro.
Narrada a cuatro voces, esta novela coral tiene la estructura de un rompecabezas, donde cada personaje tiene una historia sombría que se irá desvelando a medida que avanza la trama. En Ventisca hay familias que se trasladan a un pueblo hostil para olvidar heridas en carne viva, vínculos rotos, culpas que carcomen y un frío que hiela los huesos hasta el final.
Ventisca
Por Marie Vingtras
Nórdica. Trad.: M. Teresa Gallego y A. García Gallego
176 páginas, $ 20.500