
Reseña: Ven a bailar conmigo, de Russell Hoban
Recostada en sus laureles, la realidad tiene el hábito de pecar de holgazanería. A diferencia del destino, que de acuerdo con cierto escritor gusta de simetrías y repeticiones simbólicas, aquella requiere de individuos fuera de lo común para, cuanto menos, volverla extraña, forzarle un chispazo que denuncie el tibio fulgor fantástico que, tal vez, esconda en sus entresijos.
Christabel Alderton tiene cincuenta y cuatro años; vive en Londres, lidera una banda de rock gótico de relativo éxito y cree ser dueña de un don maldito: sus premoniciones avizoran muerte. Dice cargar con una fatídica mala suerte y, por tal razón, distanciarse de afectos que podrían ser significativos. Christabel es, sin duda, uno de esos individuos capaces de contorsionar la realidad; de vislumbrar en su entramado una constelación de signos –aunque terribles, aunque funestos– que la cargan de sentido y fantasía. Un personaje, a fin de cuentas, que logra convertir el estado de cosas en estado de incertidumbre. Una buena poesía la transporta a una realidad más vívida que la que transmiten “las noticias de la tele”. Y junto a Elias Newman, un médico de sesenta y dos años, cultivado en una interesante educación sentimental, son la pareja protagonista de Ven a bailar conmigo, novela del estadounidense instalado en Inglaterra Russell Hoban (1925-2011) publicada en 2005.
La novela, como toda historia amorosa, narra las peripecias de estos dos personajes que son, en principio, desconocidos. Un día supuestamente como cualquier otro se cruzan en una exposición de la Royal Academy of Arts. Obnubilada por El cíclope, un cuadro de Odilon Redon, Elias la descubre abstraída y fascinada. Ignorante –no podría no serlo– de las dolorosas y personales articulaciones afectivas que la pintura propicia en ella, se aferra al deseo que, poco a poco, se despierta en él para ir acercándose a ella.
A no confundirse, sin embargo. Hoban no se propone un viaje melancólico ni terrorífico; sabe cómo irradiar la historia y, sobre todo, la personalidad atravesada de Christabel, de un humor constante, sembrando a su vez, aquí y allá, en el vínculo entre ellos, una serie de entrecruzamientos que parecen obedecer a algo más que a la mera casualidad. A pesar del tiempo inquietante que ingresa en la historia con ciertos personajes y escenarios –la invasión estadounidense a Irak, colaboración inglesa mediante–, lo cierto es que la dupla protagonista se siente, a su modo, fuera de tiempo, y, en cierto sentido, fuera de orbita. Más allá de un mundo regido por intereses cada vez más mezquinos y obstinado en su autodestrucción; más allá de la realidad ramplona y los contextos sociopolíticos que auguran un futuro triste e injusto, dar la pelea indicada –esto es, arrimarse al insondable corazón del otro, sin seguridades de ningún tipo–, luce como el arrojo fantástico por excelencia.
Ven a bailar conmigo
Por Russell Hoban
Sigilo. Trad.: A. Palet
176 páginas, $ 20.000
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