Reseña: Un temporal, de Ansilta Grizas
En Un temporal, la argentina Ansilta Grizas (San Juan, 1987) excava en su propia memoria para recuperar a su padre, que se diluye irremediablemente en el olvido. Una enfermedad lo borra, y al mismo tiempo, parece llevarse con él la historia familiar.
Desde el principio del relato, el padre está internado y no se parece al que Grizas busca en el recuerdo. Un temporal no solo trama el retrato paterno, sino también la historia en común y el vínculo entre los dos. Al igual de lo que ocurre con la memoria, la narración también apela al fragmento, a los momentos significativos de la infancia y la adolescencia, al recorte de gestos y las reflexiones en un intento de atar el pasado.
La narradora no solo escribe para sí misma. En ocasiones, le habla al padre como si quisiera completar con su propia memoria el vacío que amenaza con ocuparlo por completo. De ahí cierta desesperación entrelíneas y, a la vez, una honda ternura. El deterioro del cuerpo y la desorientación del presente en contraste con la imagen del hombre formidable que luchó por sus ideales resultan, por su parte, desgarradores.
El tono es confesional, a veces visceral, pero nunca cae en el melodrama. A lo largo de los fragmentos, que tienen algo de diario desordenado, Grizas mira cara a cara la pérdida: un despedirse extraño cuando todavía el otro no se fue, como si el padre fuera arrastrado por un río y ella buscara frenar la corriente con palabras.