Reseña: Un mar abajo, de Alicia Maffei

En catorce poemas de una lírica suave y concentrada, en la que se filtran destellos en medio de la “malévola oscuridad”, el segundo libro de Alicia Maffei (Turdera, 1942) traza una búsqueda de “la belleza sin retorno” en la selva del mundo. Hay un aprendizaje cuando la naturaleza brinda lecciones mediante claves proyectadas en recurrencias figuradas y verbales (flores, paisajes, ritmos), para “alguien que a veces pierde el rumbo / que debería saber cómo hacer / pero que a veces no sabe, / como alguien que se deja llevar por la ilusión” (es decir, la gran mayoría de las personas).

La salida de la noche y del silencio que dominan los primeros poemas (“Voy a entrar en silencio / para poder hablar”) se transforma, en los últimos tres, en un cosmos que conjuga la escritura con la ética: “Y veo la compasión solo en la vida, / una fuerza misteriosa sostiene la tierra”. En el poema siguiente, esta virtud (que el poema equipara al florecimiento del acanthus) interroga “el estado de ira” y alcanza su poder: “Pero te digo que, a menos que sientas compasión / será difícil vivir. / La compasión es el origen de todos los cambios”.

Con Un mar abajo, Maffei obtuvo el segundo lugar del Premio Nacional de Literatura Alejandra Pizarnik de la Fundación Pro Arte Córdoba; el primero lo ganó Mariana Pereyra Gutiérrez, con La herida resplandeciente. El jurado estuvo integrado por Cristina Piña, Pablo Anadón y Rafael Felipe Oteriño, que en la contratapa describe los poemas como “descubrimientos, revelaciones, epifanías”. Y se podría agregar: como oportunidades de orillar el “efecto mariposa” que origina la lectura.

Un mar abajo, de Alicia Maffei (Ediciones del Dock). 40 páginas. $ 2800