Reseña: Tres pisos, de Eshkol Nevo
Tres maneras de narrar, con Freud como inspirador
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El israelí Eshkol Nevo (Jerusalén, 1971) es uno de los escritores más leídos de su país. Ha escrito novelas, pero es Tres pisos, una colección de relatos conexos, la que le ha valido empuje internacional, revalidado por la versión cinematográfica del libro que estrenó este año el italiano Nanni Moretti.
Existe un famoso libro de Georges Perec que utiliza todo un edificio para armar un rompecabezas vanguardista (La vida Instrucciones de uso). Nevo no tiene en Tres pisos pretensiones tan vastas. El terceto de relatos que hila su libro (a uno por piso) tiene un tono más bien confesional, minucioso y bien llevado.
En la primera de las historias, un oficial retirado de la armada, traumado, le cuenta a un amigo que permanece tácito para el lector sobre la desaparición de la hija, al cuidado de un vecino que podría haber abusado de ella.
En la segunda historia –en el piso de arriba– Ayelen le escribe a su amiga de infancia, Neta, que vive en Estados Unidos, una extensa carta –consciente, deliberadamente anacrónica en tiempos de mails– donde le narra su alejamiento del marido y el surgimiento de una situación que podría ser verdad o simple locura. Y en la tercera –y más conmovedora– una exjueza le deja mensajes en el contestador telefónico a su marido muerto mientras otro hombre termina por aparecer en su vida. Tres formas distintas de narrar los ánimos con una explícita referencia a la estructura freudiana de la pisque que Nevo –tal vez con demasiada habilidad– se permite revelar en las últimas páginas.
Tres pisos
Por Eshkol Nevo
Duomo Nefelibata. Trad.: E. Sariola
284 páginas, $ 1850