Reseña: Tokio, Estación de Ueno, de Yū Miri
Tokio, Estación de Ueno, de Yū Miri (Tsuchiura, 1968), publicada en Japón en 2014 y ganadora en 2020 del National Book Award de Literatura Traducida, es una novela que, sin duda, interpela a los lectores argentinos. Cuenta la historia de Kazu, un hombre que pasa su vida lejos del hogar –primero lejos de su familia de origen y luego de su mujer y sus dos hijos en Sukagawa– ocupado en buscar trabajo en diferentes ciudades japonesas. Alterna tareas y oficios, como parte de un sistema que toma trabajadores temporales y luego los descarta. Atraviesa montañas, se instala en ciudades costeras, siempre detrás de la posibilidad de llevar dinero a su casa.
Kazu ya ha muerto cuando empieza a narrar su historia. Deambula como un espíritu por la estación donde vivió sus últimos años, uno más de los tantos “sintecho”, así los llama la novela. Desde allí presenta las conversaciones de la gente que camina por el parque o por la estación, diálogos banales, cuestiones mínimas. La autora intercala la vida de Kazu con la de la familia imperial, las festividades y tradiciones ancestrales japonesas. Tanto él como el emperador nacieron en el mismo año, 1933; su hijo Koichi –muerto a los 21 años– había nacido el mismo día que el príncipe heredero. Ambas vidas son paralelas pero opuestas; como si se tratara de un cuento tradicional. Sin embargo, la pobreza estructural representada en la vida de Kazu, los lazos sociales que parece haber perdido, sumado a la tragedia personal –las muertes de su hijo y de su mujer– hacen imposible cualquier desenlace feliz, salvo quizás los momentos de contemplación de la naturaleza: los cerezos en flor en el parque, la lluvia, los diferentes tipos de rosas, los pájaros como buenos o malos augurios.
La autora que, según cuenta en el epílogo, se documentó durante años para escribir esta novela, logra contar escenas dolorosas con mucha belleza. Es el caso de la muerte del hijo varón o la tarde en la que el gobierno les pide a los sintecho que desalojen el parque por la visita del emperador y su mujer. El narrador habla de una “caza”, por la forma en la que se obliga a la gente a desarmar las chozas de plástico y cartón, guardarlas bajo un número que el propio Estado otorga y regresar una vez que la visita o el evento haya terminado. La forma en la que sigue el deambular de su personaje por las calles inundadas por la tormenta, el frío y el hambre recuerda las novelas de Dickens.
Se trata de un viaje a lo más triste de Tokio –y de toda gran ciudad–, narrado a través de una estructura fragmentaria, como la memoria de Kazu. “‘A lo mejor la muerte era eso’, pensó luego de la muerte de su hijo, ‘quedarse atrapado y solo en un tiempo que se ha detenido’”. Ahí quedó también él, Kazu. Un hombre cansado incluso de la muerte, que sin embargo no logró salir del mundo.
Tokio, Estación de Ueno
de Yū Miri
Impedimenta
Traducción: Tana Oshima
182 pág. $ 3950