Reseña: Todo lo que encontré en la playa, de Cynan Jones
Las comparaciones entre escritores resultan injustas si de ellas solo se concluye que lo que puede hacer uno es, apenas, el reflejo de lo que puede hacer otro. Pero la reputación del galés Cynan Jones (Ceredigion, 1975) tiene ya un peso propio, por lo que luego de novelas como La tejonera o Tiempo sin lluvia no hay nada menguante en señalar que, si hay algo del estilo del estadounidense Cormac McCarthy (1933-2023) en su prosa, Todo lo que encontré en la playa es la prueba definitiva.
La trama y el tono de la historia también acompañan la pertinencia de esta comparación, cuya naturaleza literaria podría sintetizarse, más allá de tradiciones y trayectorias distintas, en una habilidad común para infringirle al lenguaje la simple solidez de un golpe seco. Todo empieza cuando Hold, un pescador y cazador habituado a sacar provecho de las frías costas de los mares celtas e irlandeses, encuentra una lancha a la deriva con un polaco muerto a bordo.
Quién fue este hombre y qué hacía cuando murió, además de quiénes lo buscan y qué son capaces de hacer para encontrarlo, es algo que Todo lo que encontré en la playa cuenta con un juego de cambios de narrador, espacio y lugar. A través de estas distintas oleadas de sentido, la novela se sumerge en cierto suspenso policial. Sin embargo, lo que Hold no tarda en descubrir es que, en la lancha, también hay un discreto pero valioso cargamento de cocaína. Y un teléfono.
“Te lo deberías llevar, pensó. Te lo deberías llevar ahora mismo, y tratar de cambiar las cosas, o vas a tener que ver cómo se repite la historia”. Esa “historia”, el trasfondo existencial de Hold, irrumpe apenas con brevísimas revelaciones. Una madre alcohólica, un buen amigo muerto cuya viuda e hijo Hold se siente obligado a cuidar, el proyecto de una casa. De repente, no puede escapar del misterioso hallazgo ni de sus fantasías. ¿O sí?
“No pienses en esas cosas. Ya te decidiste, vas a hacerlo, así que no te distraigas. No le saques los ojos de encima”, murmura una voz quizás heroica o trágica a medida que Hold explora la conversión del azar en un golpe favorable del destino. Al fin y al cabo, ¿por qué no contactar a los traficantes y vender la mercancía? “¿Por qué harían algo raro? Es una transacción”, se repite. Y entonces inicia la unión de todos los puntos de la trama.
Con cautela y frialdad, a veces con imprevisible ingenio y excesivo arrojo, pero también con serias dudas y, sobre todo, con un retorcido sentido de la responsabilidad por las vidas que dejaron atrás tanto su lejano amigo muerto como el anónimo polaco de la lancha, Hold se lanza a un mundo con reglas de cacería y pesca muy distintas a las suyas. Diferencias que, de repente, cambiarán su realidad.
Todo lo que encontré en la playa
Por Cynan Jones
Chai. Trad.: M. Battistón
128 páginas, $ 18.000
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