Reseña: Soy una tonta por quererte, de Camila Sosa Villada
Exploraciones y reinvenciones de un fenómeno literario
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“Este es el elogio a mi cuerpo que/deambula/ para huir de la memoria”, escribió la argentina Camila Sosa Villada (La Falda, 1982) en uno de los poemas que conforman La novia de Sandro, una recopilación de sus producciones en un blog homónimo, antecedente de Las malas, la novela que le dio reconocimiento. Su fuerza mantiene en vilo la memoria, fundamentalmente alrededor de hilos temáticos que ponen en valor biografías de identidades trans: todo lo que implica el camino de la prostitución como un único horizonte laboral posible; el despliegue de la noche, en su profundidad; los gestos siniestros que reciben; la cercanía de la muerte, el compañerismo como forma de salvación. Frente a ese contexto cotidiano desolador, aparece la reivindicación a explorarse y reinventarse como una treta de supervivencia.
Narrar las mutaciones, las heridas, los humores, requiere ir más allá del registro testimonial, implica transformar esa carne trémula en un fenómeno literario. Soy una tonta por quererte, nuevo libro de Sosa Villada, consta de nueve relatos en los que se vislumbra una búsqueda, un desplazamiento de historia de vida que no deja atrás el referente, pero que le da un ímpetu poético: “En la escritura es inútil disfrazar una primera persona porque los escritos comienzan a enfermarse a los tres o cuatro párrafos”, anota. Algunas de las piezas tienen ecos de aproximaciones previas: una familia ve por primera vez actuar a su hija después de su transición; un niño abandonado por su madre y violentado por su padre encuentra un sostén en su hermana adolescente y una travesti “parda con algo de señora inglesa adentro” se desquita de unos clientes rugbiers.
En el relato que da título al libro, dos peluqueras conocen en un fumadero de Harlem a Billie Holiday, se vuelven compinches y la resguardan frente a un Louis Armstrong violento. El reparo hacia el cuidado es una constante, sobre todo hacia lo descentrado, lo olvidado, lo vulnerable. En “Casa de la compasión”, Sosa Villada narra en un ritmo coral magistral cómo Flor de Ceibo, una trabajadora sexual, es reanimada en un convento, entre ensoñaciones y accidentes. Aún más crudo es el pulso de “Cotita de la Encarnación”, que imagina un plan de torturas antes de la hoguera en una civilización distante.
Sosa Villada utiliza un lenguaje con distintas texturas, como suele hacerlo con la oralidad mexicana melodramática en algunas entrevistas. Esa forma de escritura siempre contempla su cuerpo, y viceversa. Así lo atestigua: “Y entonces supe que volvería a este mundo una y otra vez después de muerta. Entregaría mi bondad al Leteo. Bebería un sorbo de su agua para olvidar y regresaría a este mundo para arrastrarme bajo sus camas, poner pequeños cánceres en sus estómagos, en sus pulmones, haría crecer pelotas de uñas y de pelos entre sus órganos y sus músculos”.
Soy una tonta por quererte
Por Camila Sosa Villada
Tusquets
216 páginas, $ 2200