Reseña: Sodio, de Jorge Consiglio
Una novela argentina anfibia y llena de vértigo
- 3 minutos de lectura'
No son tiempos en que sea fácil encontrar peculiaridades o marcas estilísticas en las novelas. Sodio, la nueva obra de Jorge Consiglio (Buenos Aires, 1962), lo confirma como un autor de prosa elegante, atento a pormenores y detalles que la mayoría de los escritores descartan o, tal vez, ni siquiera imaginan. Como sucede en otras de sus novelas –el caso de Hospital Posadas es, en ese sentido, paradigmático–, más que de rígidos planes, las tramas parecen ser la resultante de distintas líneas narrativas que van ejerciendo contactos parciales entre sí, en determinadas condiciones de presión y temperatura para las que esos detalles y pormenores terminan teniendo enorme relevancia.
Los distintos episodios y sucesos que va concatenando el narrador de Sodio parecen remitir, casi en su totalidad, a la enorme influencia que ejercen sobre él los otros: su madre, incluso desde ese particular gesto de arquear las cejas que menciona tantas veces, pero también Raisa, la hermana de un antiguo compañero que le va asignando distintos papeles en su vida que él, en ningún momento, objeta. Leonardo Del Vecchio, su primer instructor de natación, le transmite, en cuestión de brazadas, una debilidad por el agua que lo marca de por vida.
A propósito de agua, tanto el protagonista como los demás personajes principales de la novela mantienen un componente anfibio que los provee de fuertes contradicciones, al filo de su identidad: el narrador, otra vez, es un dentista fumador que, a pesar de vivir a diario experiencias bastante insólitas, se sorprende con frecuencia por sus sueños que, por lo que él mismo cuenta, ni siquiera parecen tan raros. Raisa oscila entre un papel de mujer fatal que envuelve casi a todo aquel que se le cruce en su camino y una patológica dependencia de quien es el menos estable de todos: Luiz, un inefable brasileño que, a su vez, decide abocarse a la espiritualidad con la ayuda de unos chamanes de Amazonas, justo después de ganar la lotería.
En ese curioso ecosistema, el protagonista de Sodio –permeable y masoquista, inescrupuloso y sensible–, tiene una especie de revelación (en más de un sentido) que remite un poco a ese curioso y reciente documental de Netflix (Mi maestro el pulpo) en el que un hombre queda fascinado con un pulpo hembra.
El tremendo vértigo de Sodio le da a la novela un ritmo singular aun cuando, por momentos, dan ganas de detenerse más en algunas descripciones o circunstancias que Consiglio, con talento, apenas insinúa para pasar rápidamente a otra cosa.
Sodio
Por Jorge Consiglio
Eterna Cadencia
176 páginas. $ 930