Reseña: Sensación térmica, de Mayte López
Un departamento alquilado y lleno de ratas en el East Village no es lo único contaminado y lleno de suciedad en la vida de Lucía, la protagonista de Sensación térmica, la segunda novela de la mexicana Mayte López (Nueva York, 1983). Sus vínculos, al igual que sus espacios, se vuelven inhabitables.
Escapando de la violencia de su hogar, Lucía, una joven mexicana, emigra a Estados Unidos para no volver nunca más. Un país que le traerá insomnio, recuerdos turbulentos de su infancia y una nueva amistad: Juliana, una chica colombiana que se encuentra atrapada en una relación abusiva con un profesor veinte años mayor que ella.
Al igual que Dalia, la madre de Lucía, Juliana sufre un destrato bestial a manos de su pareja: gritos, golpes, insultos, escándalos –potenciados por el alcohol–, y el silencio como castigo, incapaz de frenar la ferocidad. Todo esto seguido de reconciliaciones efímeras, de un cariño que se evapora.
Mujeres que aguantan, callan y siguen, cargando en sus espaldas un amor que las rompe, y que no pueden dejar. Hombres como cuotas alimentarias impagas, puños y rencor. “El amor es una caja de resonancias donde todo duele más”, reflexiona Lucía, mientras evoca las brutales discusiones y palizas de sus padres, al tiempo que intenta curar las heridas de su amiga.
Con una narrativa incendiaria, la autora describe el sufrimiento en carne viva de mujeres que fueron educadas para perdonar, ocultar sus cardenales y refugiarse en la esperanza de un cambio, hasta que la desgracia marque por completo sus cuerpos.
Sensación térmica
Por Mayte López
Libros del Asteroide
176 páginas, $ 23.900