Reseña: Ropamuerta, de Omar Caíno
Veinte cuentos componen Ropamuerta, de Omar Caíno. Entre las situaciones concebidas por el autor pueden mencionarse la fascinación que un chico siente por un mendigo manco; las tribulaciones de alguien que con frecuencia se olvida de su propio nombre; el empecinamiento de una profesora de piano en difundir la música de Schoenberg; la progresiva locura de un viejo médico; el descubrimiento de un ejército sepultado; un maniquí embrujado que provoca daños en las clientas de una modista.
Uno de los argumentos más elaborados pertenece a “Polidoro y el Protector”. En este relato, el director de una escuela de ajedrez es obligado a jugar una partida con un dictador en la cual cada una de las dieciséis piezas del director representa a uno de sus seres queridos. Si aquí se ofrece un explícito y feroz desenlace, en la historia de “Carta para Martín”, que habla de la amistad entre un profesor y un chico, que despierta la envidia de su padre, el trágico remate se fortalece en lo sutil.
Tres cuentos giran en torno a la relación entre un hijo varón y una madre que se proyecta como una figura distante: en uno a partir de un sobrenombre, en otro por medio de un vestido y en el tercero a través de un cuadro.
En Ropamuerta no abundan los finales contundentes. Caíno afianza sus textos gracias a una delicada gradualidad y bordea lo fantástico con personajes cuya percepción de las cosas desdibuja la realidad y la va impregnando de una atmósfera en la cual incluso los contornos más realistas se difuminan para dar paso al resplandor de lo extraño.
Ropamuerta
Omar Caíno
Paradiso
143 páginas
$ 9400