Reseña: Quiero verte otra vez, de Roberto Fontanarrosa
Humor único que va más allá del fútbol
- 3 minutos de lectura'
A pesar del subtítulo (“Relatos inéditos”), Quiero verte otra vez no es una colección de cuentos sino una novela dividida en dos partes: la primera, sobre el Mundial de 1998 y la otra, sobre las eliminatorias de 2002, narradas por un “nosotros” (un grupo de periodistas deportivos) y, a veces, por un “yo” que recuerda o siente desde lo individual. Ambos narradores son futboleros y conocen la jerga y los nombres del juego. El otro factor de unión entre los textos es la Hermana Rosa, “adivina oficial” que vaticina resultados de los partidos.
¿Es Quiero verte otra vez un libro que también pueden leer quienes apenas si reconocen la palabra “corner”? Sí, sin duda, y esta reseña está escrita desde ese punto de vista.
El humor de Roberto Fontanarrosa es hiperbólico, sutil y muy argentino. Y es esa argentinidad la que permite que los textos funcionen también para quienes no están tan cerca del fútbol. Los recursos del humor son muy variados: Fontanarrosa inventa leyendas, recurre a juegos de palabras (por ejemplo con la palabra “bruja”, aplicada a la adivina pero también al jugador Sebastián Verón), toca temas políticos, reinterpreta autores como Hemingway o César Vallejo y juega con la historia argentina (mítica y no tanto). Un ejemplo: el “yo” narrador va al Moulin Rouge y recuerda a su tío abuelo (que llevaba su vaca en el barco a París) cuando descubre que la “pintura abstracta” que ve en el techo está formada por las huellas de “la manteca que arrojaba” ese hombre en sus visitas.
Los chistes son constantes y algunos, realmente inolvidables, como el momento en que se describe un método para ganarle a Japón: si hubiera un tiro libre con barrera frente al arco, se dice, se podrían poner dos jugadores argentinos frente a la pelota –por ejemplo, Verón y Batistuta–, y “Verón mira (a la barrera) y los saluda con una pronunciada reverencia. Los japoneses…, correctos, responden… con otra reverencia. Y ahí, Batistuta pega un zapatazo y clava la pelota en la barrera, aprovechando que está agachada”.
Por otra parte, Quiero verte otra vez es mucho más que humor. Hay emoción y sobre todo, poesía, como la de esa escena conmovedora en la que el “nosotros” va a un rincón de París con un guía, y cuando baja el ruido del tránsito, todos oyen el “eco de los ecos de su voz, la maravillosa voz de Carlitos que se ha conservado rebotando por décadas en esa callejuela”.
Lo mejor de este enorme rango de atmósferas es que Fontanarrosa sabe manejar esos cambios con enorme cuidado (un cuidado que lleva al humor). Por ejemplo: después de describir la campiña francesa con hermosas palabras, justo cuando la lectura nos lleva en otra dirección, el “nosotros” aclara que “este bello paisaje… nos tiene un poco hartos”. Un maestro, siempre.
Quiero verte otra vez
Por Roberto Fontanarrosa
Planeta
288 páginas, $ 2500