Reseña: Querida amiga, desde mi vida te escribo a tu vida, de Yiyun Li
Con las excepciones del caso –algún diletante trasnochado, algún romántico tenaz–, es sabido que la escritura no cura. Ni elimina enfermedades ni deshace nudos neuróticos que han tardado una vida en gestarse. Y, sin embargo, cierta magia indescifrable en su hechura material o virtual; cierto control y la posibilidad –cuando hablamos de textos autobiográficos, al menos– de repensar, disponer y ordenar los significados de una vida, siguen convocando, una y otra vez, a un numero importante de almas en pena.
La narradora china Yiyun Li (Pekín, 1972) persiste en un convencimiento. Escribir ficciones, dice, es un modo de borrar el yo, de crear un mundo en el que los personajes desconocen la existencia del autor. Y ha sido, por ello mismo, el modo de dar rienda suelta a la fantasía recurrente de una vida estancada a causa de depresiones severas. Para la autora, suicidarse implica borrar definitivamente la carga que experimenta con el uso de aquel maldito pronombre personal. “En el momento en que el yo entra en mi narrativa –asevera– mi confianza se desmorona”.
En Querida amiga, desde mi vida te escribo a tu vida –una línea que toma de los diarios de Katherine Mansfield– Li repasa, en una prosa reflexiva, y junto a las lecturas y autores que la marcaron desde la infancia, los motivos de su vida inestable. Una infancia astillada –insiste– por los recelos vengativos de una madre perversa: “¿Sabes que ni bien me muera tu padre se casará con otra? Solía susurrarme mi madre cuando yo era pequeña. ¿Sabes que no puedo morirme porque no quiero que vivas sometida a una madrastra?”
La vida de Li se asemeja a un sondeo recurrente que podría subsumirse en una idea: cómo desaparecer completamente. La ficción, a diferencia de la escritura autobiográfica, le proporciona un mundo al margen, en el que los personajes no tienen interés alguno en interpelarla ni en interferir en su existencia. Y, claro, en el que el protagonismo total, omnisciente, de la madre –que gobierna a distancia su vida– se desvanece por entero. Este modo de concebir la ficción le facilita un entrenamiento particular, con el que coquetea. ¿No es escribir, acaso, un modo de ensayar la muerte?
Yiyun Li nació en China pero emigró a los 24 años a Estados Unidos. Desertó de su deseo de formarse en inmunología así como de su lengua natal, esa que no deja de ser, por supuesto, la lengua madre. Querida amiga, desde mi vida te escribo a tu vida no destraba cuitas mentales ni elimina conflictos psíquicos o químicos pero permite desplegar una serie de caminos alternativos que permanecían ocultos o negados. Como aquel que señala que la ruta a seguir para una vida relativamente sana es menos la supresión del yo que el asesinato, en vida, de los padres.
Querida amiga, desde mi vida te escribo a tu vida
Por Yiyun Li
Chai. Trad.: V. Higa
176 páginas, $ 21.000