Reseña: Pombero, de Marina Closs
“Dunka se hacía bonita como un sable; se hacía delgada, pero carnosa en ciertos lugares”. Ocurre que Dunka sí es alguien, no como el Pombero, cuyo relato le precede en esta compilación titulada, precisamente, Pombero, de la misionera Marina Closs (1990, autora de La despoblación), de infrecuente aliento literario, una de las jóvenes revelaciones que se presentaron en la reciente Feria del Libro. El volumen, finalista del Premio Ribera del Duero, en España, sorprende no solo por la madurez de la autora sino también por la variedad de registros, lingüísticos y narrativos que ejercita cada uno de los narradores de los distintos relatos, sin que su impronta literaria pierda coherencia.
Closs reveló cuánto la movilizó el aprendizaje del guaraní, cuyas pautas y estructuras no coinciden, al parecer, con las de las lenguas indoeuropeas (una experiencia semejante reconocía Serguei Eisenstein a propósito del cambio de su propio lenguaje cinematográfico, después de haber incursionado en la lengua japonesa). Algo de eso se siente leyendo “Si fuera alguien”, en referencia al Pombero, suerte de “cuco” legendario regional, y, también, en “No sería (Dunka)”. La protagonista de este último –Dunka– es una niña a quien casan a los trece años y que, inocentemente y al cabo de un tiempo, empieza a experimentar, con un compañero de escuela, “una verdadera enfermedad de amor”, acaso la otra cara, ardiente, de lo que alguna vez Marguerite Duras intuyó como “la maladie de la mort”.
Otra incursión en culturas ancestrales se descubre en “Esto (Jabalí)”, ambientado en un espacio telúrico, donde “antes, aquí no tenía almanaque”; hay allí una mimetización con expresiones orales, en la que “tenía” suple la prescindencia del verbo “haber”. El registro es muy distinto (con toques de cierto costumbrismo provincial) en “Lo otro”, confesiones en primera persona de Rosita, maquilladora y peluquera, un personaje trans que, en su viraje, cambió también el carácter: “Ahora es cariñosa, ordenada y sincera”.
Sin embargo, la confidente más atractiva del volumen es Suzumuchi (del cuento “Quizá mejor”), voz conductora de un relato que, con interpolaciones imaginadas desde un secreto Jardín de las Adivinanzas, transcurre con una cadencia, rítmica y ceremonial, semejante al desplazamiento de una geisha; un anunciador etéreo, en “modo radial”, asegura que la masajista Suzumushi es “Maestra del camino que se borra bajo la planta del pie”. En consonancia con el arte de la heroína, de quien una voz fantasmal enuncia atributos y servicios ideales (“bienestar, felicidad, masajería”), los relatos de Closs trasuntan un hálito poético lleno de extrañamiento, mientras transcurren con una fluidez que borra toda traza literaria convencional a medida que avanzan.
Pombero
Por Marina Closs
Páginas de Espuma
158 páginas, $ 4090