Reseña: Para hechizar a un Cazador, de Luciano Lamberti
Volver extraña la realidad. Bucear en los orígenes del mal. Indagar en el proceso de la identidad en el contexto de la desaparición forzada de personas durante la última dictadura militar. Perturbar al lector, enfrentarlo a lo macabro, al sinsentido de los actos siniestros. Esas parecen ser las premisas de las que Luciano Lamberti (San Francisco, Córdoba, 1978) se vale para construir su novela Para hechizar a un Cazador, que se lee casi compulsivamente: cada capítulo deja una incógnita que lleva a la lectura del siguiente.
El disparador de la historia es de por sí perturbador. El autor pone el acento en el tipo de hechos que cambia radicalmente la vida de una persona y la enfrenta a tener que indagar en una de las preguntas más brutales del mundo: “¿Quién soy realmente?”. Eso se interroga Julia, una fotógrafa de 38 años, cuando Griselda Lara, de más de setenta, la aborda en plena calle para contarle que su vida, la de Julia, es una gran mentira: los que cree que son sus padres, en realidad, son sus apropiadores. Y que ella es su nieta: la hija de su querido Luisito, integrante de Montoneros, torturado y asesinado durante la dictadura en 1978, y de su nuera, Alicia, secuestrada y desaparecida.
Frente a esta nueva realidad, Julia, que siempre se sintió una extraña en su familia de crianza, decide aceptar la invitación de Griselda y viajar a conocer el hogar paterno en el pueblo cordobés de San Ignacio. A partir de esa decisión, lo que sigue es el ingreso a un mundo de sombras y de terror.
El gran hallazgo de la novela de Lamberti –autor de libros como La maestra rural y La masacre de Kruger– es el cuidado e ingenieril manejo que hace de los puntos de vista. Así, se cuenta la historia de la familia de Lara a través de las voces de diferentes personajes: desde el relato de una empleada que trabajó en la residencia de la familia, pasando por el testimonio de un profesor de historia, que durante su adolescencia estaba enamorado de Luisito, hasta el de un compañero de trabajo de Braulio, el patriarca de la familia.
En Para hechizar a un Cazador, que ganó el Premio Clarín de Novela en 2023, hay una precisa dosificación de la información que hace que la lectura sea ágil. Incluso en pasajes que, por su extrema crudeza, relatan mutilaciones, torturas y asesinatos.
“Todos vivimos en un pedacito de realidad, y ese pedacito tiene bordes y después de los bordes uno ya no sabe. […] Lo que vengo a decirte va a romper los bordes de tu pedacito, Julia”. Esa advertencia que le hace Griselda a su nieta antes de revelarle la verdad sobre su identidad es lo que se siente a medida que se atraviesa la novela, que los límites de lo real se traspasan y que se ingresa a un mundo siniestro en donde el mal con mayúsculas adquiere su propio sentido.
Para hechizar a un Cazador
Por Luciano Lamberti
Alfaguara
416 páginas, $ 24.999