Reseña: Otros mundos, por Thomas Halliday
Cuando hablamos del pasado de la naturaleza, pensamos en dinosaurios o en mamuts. Es lo que nos mostró Hollywood con sus efectos especiales. Y es también lo que destaca en los museos de ciencias naturales. Como marco para el diorama, algún árbol, algunas plantitas... y hasta ahí llegamos.
Pero la ecología de tiempos remotos es infinitamente más compleja, diversa y creativa. Otros mundos. Viaje por los ecosistemas extintos de la Tierra, de Thomas Halliday (Edimburgo, 1989), es el primer intento sistemático de invitarnos a parques insólitos, de criaturas que superan la imaginación del cine fantástico soportando presiones extremas o calores desatinados, organizándose en simbiontes, tomando formas bizarras y diversificándose.
Y es también una reflexión sobre la transformación incesante, brusca o aletargada: selvas que devienen estepas o profundidades marinas que se convierten en picos helados en un tumulto, pero también llanuras que se expanden o cañadones que se abisman por la insistencia lenta del tiempo.
Otros mundos se basa en un trabajo de recreación posible por el desarrollo de la paleobiología y el talento de Halliday, quien recibió un premio de la Sociedad Linneana por su tesis doctoral, y otro del concurso de escritura Hugh Miller. El joven investigador escocés, asociado a la Universidad de Birmingham, describe dieciséis ecosistemas desaparecidos yendo hacia atrás desde el pasado reciente: del deshielo del Pleistoceno hace apenas 20.000 años, hasta el Neoproterozoico hace unos 541 millones de años. La película en reversa coloca cada pieza en su entorno: “Ningún fósil, sea de animal, planta, hongo o microbio, ha existido nunca de forma aislada”, explica.
Entendemos el ayer desde el hoy: “Los principios ecológicos que rigen las selvas tropicales modernas o los líquenes que moran en la tundra son igualmente válidos en los ecosistemas del pasado”. Y viceversa: podemos imaginar el futuro retomando el pasado. Sobre un posible ascenso del nivel del mar debido al cambio climático, Halliday nos recuerda: “La vida en la superficie es la excepción y los continentes, una dispersión de elevaciones aberrantes, trozos de roca incrustados en un planeta hecho en su mayor parte de corteza oceánica baja, una corteza que se agrieta y exhala sus vapores”.
Con prosa de novela, complementada por los extraordinarios dibujos de la ilustradora Beth Zaiken y una traducción impecable, Otros mundos tiene tanta ciencia como arte. Un aforismo para cerrar: “Que los mundos de antaño sean extraños y bellos es una lección sobre la adaptabilidad de la vida. Sin embargo, hay una segunda lección que enseñan las rocas: la transitoriedad de nuestro mundo”.
Otros mundos
Por Thomas Halliday
Debate. Trad.: Joaquín Chamorro
412 páginas, $ 5499