Reseña: Mirlo, de Guillermo Saccomano
En Mirlo. Cuadernos de la amistad, Guillermo Saccomanno (Buenos Aires, 1948) explora la amistad a través de textos muy breves (“anotaciones”, los llama) sobre su relación con algunos amigos y, como es frecuente en el siglo XXI, reflexiona sobre el libro mismo. Los textos son siempre cortos y complejos: como en la vida, nada tiene una sola cara. El autor afirma que quiere “ir hacia una verdad, la de los otros”, sabiendo que esa verdad “es asimismo la mía”, un “afuera que da cuenta de un adentro”. Como pintarse frente a dos espejos paralelos.
La multiplicidad de recursos gráficos y literarios se corresponde con ese doble cariz. La voz narradora sabe que “siempre faltará algo, un matiz de verdad” en lo que escribe, pero sigue intentándolo porque la escritura es su manera de “averiguar el sentido de la vida”. Así, Mirlo apela tanto a la emoción concentrada –en escenas inolvidables– como al razonamiento, cuando explica la filosofía de Vinciane Despret, que inspira el título.
Esta “indagación sobre el amor viril” entre amigos está construida sobre el espacio que eligieron para vivir: “la Villa” (Gesell, aunque se la nombra solo una vez). Así, aunque da vueltas alrededor de la nostalgia, el libro no hace pie en el tiempo; al contrario, habla desde el espacio, desde un lugar específico. El “narrador” (la palabra es demasiado estrecha para definirlo) viaja entre la Villa y Talar en un movimiento que define como “fuga”. Pero la escritura trabaja en contra de eso porque guarda, recrea, revive lo perdido. El núcleo está formado por los “territorios” del bosque y la playa, sobre todo la última, que se funde directamente con la creación literaria: la memoria, dice Saccomanno, “se fija en slides que arroja en la playa de la escritura”. Esa es, tal vez, la mejor de muchas descripciones del libro y su magia: fragmentos contradictorios en un universo único, como el Año Nuevo, en el que flota “una alegría parecida a la desesperación”.
Las dos anclas que sostienen a la voz narradora sacudida por la ausencia de los que ama son la escritura y la naturaleza. El contacto con lo no humano abre momentos especiales en Mirlo. Por ejemplo, la búsqueda de caballos blancos en el camino a Mar del Plata porque un amigo cree que verlos da suerte; o el avistaje de una ballena en el mar. Esos instantes, aclara el autor, se sienten en un presente perpetuo y explican la razón por la cual “este relato pasa a menudo al presente, y es y será presente”. El territorio de la Villa también ofrece esos momentos definitivos y, así, es él el que elige a quienes viven en él (no al revés). A su manera, la escritura los recoge, los fija y vuelve a ofrecerlos porque ella también es un lugar, ese lugar de encuentro en el que alguien dice: “Mirá, una ballena”.
Mirlo
Por Guillermo Saccomano
Seix Barral
144 páginas, $ 14.900
Temas
Otras noticias de Libros
Más leídas de Ideas
Henri Cartier-Bresson. Con el ser humano en el centro de su lente
La IA y el fin del empleo. Riesgos y oportunidades de una revolución en marcha
José Eduardo Abadi. “Necesitamos ejercer la reparación y no repetir las frustraciones de siempre”
Daniel Gordis: “Para Israel Trump es mejor en el corto plazo, pero no en el largo”