Reseña: Memorias de una beatnik, de Diane di Prima
No todos los relatos incluyen, de manera explícita, el detalle de sus condiciones de producción. Memorias de una beatnik, sí. En el epílogo de este libro escrito por Diane di Prima (Nueva York, 1934-San Francisco, 2020) a finales de los años sesenta, la autora deja en claro el motivo que la impulsó a darle forma: pagar las cuentas.
Por aquel entonces Di Prima, que participó del surgimiento de la generación beat y se forjó un lugar dentro de la poesía contemporánea de los Estados Unidos (Diana Bellessi incorporó algunos de sus poemas en Contéstame, baila mi danza, antología de poetas mujeres estadounidenses), ya había publicado algunos trabajos, además de editar el periódico literario The Floating Bear y participar en la escena teatral alternativa de Nueva York. Instalada en California, mantenía contacto con referentes de la cultura neoyorquina, entre ellos Maurice Girodias, fundador del sello Olympia Press, a quien le propuso escribir unas memorias. Cada vez que tenía que pagar el alquiler, Di Prima le enviaba algún manuscrito a Girodias, que se lo devolvía con una sola indicación: “Más sexo”. Así, entre recuerdos reales y unas cuantas fantasías eróticas, mientras en el tocadiscos sonaban Charlie Parker, Clifford Brown o Miles Davis, la poeta fue amasando un texto singular, que es biografía y retrato de la Nueva York de los años cincuenta. “Me alegro de verdad de haber escrito el libro y de haberlo hecho en ese momento, antes de que el mundo del Oeste se apoderara totalmente de mí –detalla la autora–. Ahora, cuando lo leo, son tantas las cosas que ya no recuerdo que es como si no lo hubiera escrito yo”.
En Reinventar el amor, la ensayista suiza Mona Chollet se pregunta por la persistente dificultad para desarrollar una erótica, incluso una pornografía, donde la autoría femenina no chirríe entre la adhesión o la repulsa a los viejos mandatos (por caso, el del goce de la mujer perpetuamente asociado al masoquismo). Di Prima parece estar más allá de este tipo de conflictos. El tono que impera en Memorias de una beatnik es el de una despojada alegría. Están las orgías y maratones sexuales, desde luego, que hacia el final del libro incluyen la aparición estelar de un tal Allen Ginsberg y un tal Jack Kerouac.
Pero ante todo está la mirada de una persona curiosa, dueña de una vitalidad desbordante. Las librerías y bares neoyorquinos, las “cuevas” del jazz, los talleres de los artistas plásticos, la experimentación: como Ernest Hemingway en París, los seres que circulan por las páginas de Memorias de una beatnik eran muy pobres y muy felices entre cannabis, gestos beat, lecturas de Marx, Freud o Crowley, y la liviandad de quien aún no se sabe protagonista de la historia cultural de su época.
Memorias de una beatnik
Por Diane di Prima
Las Afueras. Trad.: F. Braier y L. Rubio
232 páginas, $ 6500