Reseña: “Marco Polo”, por Víktor Shklovski
Víktor Shklovski (San Petersburgo, 1893-Moscú, 1984) fue una de las figuras del formalismo ruso, el movimiento téorico de comienzos del siglo XX que consideraba clave la forma (el “cómo”) antes que el contenido (el “qué”). Esa mirada no se adecuaba del todo a los preceptos de la Revolución de Octubre y más pronto que tarde los formalistas debieron recalcular. Aunque Shklovski –que además de sus trabajos críticos escribió una bella novela, Zoo– había partido al exilio a Berlín, volvería a la URSS, donde debió adaptarse.
Pasó a escribir, entre otras obras, “narraciones históricas”. Entre ellas se cuenta este singular Marco Polo (salió en ruso en 1932). El género le debe mucho a la época y tiene hoy algo de anacrónico: es una novela acompañada por reflexivas descripciones históricas (o viceversa: un texto histórico con ritmo de novela). También bordea el proyecto edificante que pregonaba el dogma soviético. Ahí está Marco Polo (lo que guía a MP parece ser mucho más una inclinación colectiva y universal que individual, algo que no le habrá desagradado a Stalin). La bibliografía sobre el mercader y viajero creció de manera exponencial en el último siglo y el lector puede preguntarse por el valor de un libro tan datado. La respuesta está en la prosa sintética de Shklovski, tan desprovista del boato de un Stefan Zweig, tan deudora todavía de sus días formalistas. Y queda también la posibilidad de leerlo en contrapunto con otros libros dedicados al veneciano, como Las ciudades invisibles, donde Italo Calvino narra esos viajes con toda la fantasía del mundo.
Marco Polo
Víktor Shklovski
Arpa
Trad.: Ricardo San Vicente
254 páginas
$ 24.500