Reseña: Lo que sobra, de Damián Tabarovsky
En Lo que sobra, Damián Tabarovsky (Buenos Aires, 1967) retoma algunas ideas de sus ensayos anteriores –Literatura de izquierda y Fantasma de la vanguardia–, y las contrasta con la escena social, política y artística contemporáneas. Si el enemigo se radicaliza, el crítico debe radicalizar sus preceptos. Es lo que hace Tabarovsky al plantear que vivimos en una “guerra civil solapada” del capital contra la población, en la que la lengua oficial no deja resquicio para siquiera nombrar aquello que deja afuera. En arte así como en política, la operación clásica de la vanguardia fue llevar lo marginal al centro; hoy esa estrategia, dice el autor, se vería obstaculizada por el simple hecho de que “lo que sobra” se habría vuelto irrepresentable, sin entidad.
El género “estado de situación” es cada vez menos visitado por los ensayos, pero Tabarovsky lo despliega de manera impecable, fundamentado en gran medida en la tesis de Silvia Schwarzböck sobre la “vida de derecha”, marco dentro del cual, según esa interpretación, se ven obligadas a operar todas las expresiones políticas y estéticas desde la dictadura (la bibliografía teórica de Tabarovsky es amplia y ampliamente europea, pero esta inclusión de la filósofa argentina, junto al brasileño Guilherme Wisnik, es una feliz excepción).
Lo que sobra despliega, en términos generales, una crítica al progresismo y a su contracara intelectual, el “vanguardismo académico”, que enseñan a escribir buenas novelas, entretenidas y vendibles. En lo particular, su propuesta apunta a construir una lengua dentro de la lengua establecida (a modo de “un caballo de Troya”); instalar una literatura del derroche opuesta a la de acumulación; a jugarse por una sintaxis quebrada, una “forma de lo informe” que permita vislumbrar “entre la niebla” aquella figura que el mismo status quo condena a la anomia. Si bien queda por verse en qué medida estas consignas serían o no pasibles de absorción por parte del mismo vanguardismo académico que se ataca, es interesante el intento por poner en crisis la propia escritura ensayística: notas dentro de notas al pie que contradicen o ponen en duda el cuerpo del texto, y un capítulo acerca de una ética del “sin embargo” hacen de Lo que sobra un texto, si bien no tan quebrado como la sintaxis que reclama, sí más abierto que los ensayos precedentes.
El diagnóstico Tabarovsky es certero y actualizado; la prescripción, tal vez, algo conocida. Aunque es presumible que no todo ensayo quiera tratar casos puntuales y contemporáneos (¡la famosa distancia teórica!), se echa de menos en Lo que sobra un abordaje de la poesía argentina de las últimas décadas, cierta facción de la cual viene trabajando con una lectura de situación similar e indagaciones formales de avanzada.
Lo que sobra
Por Damián Tabarovsky
Mardulce
112 páginas, $ 2500