Reseña: Las indignas, de Agustina Bazterrica
Un culto; mujeres sumisas y más que dispuestas a hacer lo que sea con tal de agradar a un misterioso “Él” y a una brutal Hermana Superior. Sacrificios sin más justificación que la ceguera de la fe, con mutilaciones, autoflagelaciones, caminatas sobre brasas ardientes. Un mundo posapocalíptico, donde hay lluvia ácida, viento venenoso, insectos que queman la piel de los humanos, y una feligresa que escribe, de manera clandestina, lo que les ocurre a ella y a sus compañeras dentro de una especie de convento.
Sobre esos elementos narrativos gira Las indignas, la nueva novela de Agustina Bazterrica (Buenos Aires, 1974), la autora de la efectiva Cadáver exquisito, obra que fue traducida a más de 25 idiomas.
Una vez más, la escritora apuesta por construir un universo distópico; un mundo que fue destruido por un sinfín de catástrofes ambientales y en el que los humanos pelean por no morir de hambre ni de sed.
Como en El cuento de la criada, de Margaret Atwood, de la que esta novela es deudora, aparece una mujer que escribe, en secreto, un diario en la soledad de su celda de la Casa de la Hermandad Sagrada.
En esa construcción, viven las indignas, estirpe a la que pertenece la narradora, que deben limpiarse física, psicológica y espiritualmente para poder ascender y convertirse en una elegida (mujeres mutiladas que acceden a comunicarse con Dios) o en una iluminada (“el tesoro más preciado de la Hermandad Sagrada”).
Allí, todas las mujeres son vigiladas con extrema obsesión por la sádica Hermana Superior, y por “Él”, el único hombre que habita los claustros del convento y al que nadie vio jamás, pero que las habitantes intuyen que existe.
También, como en Cadáver exquisito, la autora elige la truculencia como estilo de narración, que, de manera inteligente, logra enmascarar con cierto lirismo. Así, construye un mundo, oxímoron de por medio, “bellamente horrible”, como el que describe en esta escena: “Las siervas ataron a Mariel a un palo rodeado de ramas y troncos, los prendieron y ardió. Era bellísima. Parecía un pájaro de fuego”.
Si en su novela anterior, Bazterrica construyó una sociedad caníbal para, entre líneas, reflejar los mecanismos del capitalismo (la dicotomía del comer y del ser comido), en Las indignas de lo que verdaderamente se habla es de los efectos brutales que se derivan de los regímenes machistas.
Quizás aquellos que leyeron Cadáver exquisito esperarán un final como el de aquel libro, inesperado y perturbador. Pero no será el caso, porque la autora parece poner todo su esfuerzo en impactar más en el proceso de la narración que en el propio desenlace.
Las indignas
Por Agustina Bazterrica
Alfaguara
192 páginas, $ 7499