Reseña: La tierra hundida ya vuelve a levantarse, de M. John Harrison
No hay manera de definir correctamente La tierra hundida ya vuelve a levantarse, de M. John Harrison (Rugby, 1945). La novela del escritor inglés (traducida con la profesionalidad habitual de Marcelo Cohen) podría encajar en el género “ciencia ficción” (como una proyección de nuestra era a un futuro cercano), pero habría que aclarar que la historia no está pensada para los lectores típicos de autores como Theodore Sturgeon o Ursula K. LeGuin. Aquí, el estado del mundo se ve siempre desde la mirada de dos personajes, Shaw y Victoria. Por lo tanto, esta es, sobre todo, una novela psicológica en la que la depresión y el mundo son dos olas monstruosas y paralelas dispuestas a arrasarlo todo. La psiquis de los personajes y la subida del agua tejen una historia en la que sobran los enigmas, pero no las explicaciones. No hay respuestas a las que aferrarse en el desastre. Las mentes humanas y el planeta se diluyen al mismo tiempo en las increíbles enumeraciones de Harrison.
El narrador en tercera persona lo insinúa constantemente. Habla de “desteñido paisaje psíquico” y muestra cómo los personajes se ven frente a escenas de pesadilla que les son incomprensibles. La amenaza es siempre la misma: una inundación bíblica y definitiva, cuyos síntomas aparecen tanto en Londres, donde está Shaw, como en los pueblitos que recorre Victoria. De eso hablan tanto las referencias a peces y las apariciones de monstruos acuáticos, como las evocadoras descripciones de peceras adornadas con casas, algas, cofres y hasta cascadas de plástico.
En La tierra hundida…, la civilización poscapitalista está en decadencia y los sueños ciegos de la humanidad se dan una y otra vez contra ese hecho innegable. Las casas se derrumban, los ríos se llevan las viviendas-barcaza hacia el mar, hay personas que se arrojan a un charco de medio metro de profundidad y desaparecen para siempre. En el centro de ese remolino de destrucción (que la prosa acerca explícitamente a la depresión) está la incomunicación. Los intentos de llegar a otros a través de charlas o mails son infructuosos; las palabras no dicen lo que deberían. Solo muy de vez en cuando (sobre todo al final) se consigue algo parecido a una conversación. La desesperanza es tan aguda que el “ya vuelve a levantarse”, de la cita de C. Kingsley que abre el libro, parece un sueño vano mientras los sonidos de sirenas, y la suba de las napas y los ríos, hablan de un final absoluto. La tierra hundida ya vuelve a levantarse, sin embargo, no cuenta ese final, tal vez porque no quedarán testigos que puedan narrarlo en un idioma humano, tal vez porque, en el fondo, el interés de Harrison está en la reacción de sus personajes y no en ese “mundo” (¿futuro?) que los contiene, los hamaca y los maltrata, como a todos nosotros.
La tierra hundida ya vuelve a levantarse
Por M. John Harrison
Sigilo. Trad.: M. Cohen
304 págs./$3500