Reseña: La era del individuo tirano, de Éric Sadin
Los desarrollos tecnológicos emparentados con lo bélico dieron lugar, a mediados del siglo XX, a lo que se conoció como “ética del martillo”, que rezaba que un instrumento no es ni bueno ni malo en sí mismo, sino que su valoración depende en última instancia del fin para el cual será utilizado. En realidad, se hablaba del martillo, pero se pensaba en la energía nuclear, en las manipulaciones genéticas, en la incipiente tecnología de comunicación. Esa concepción obviaba el hecho de que el manejo de cualquier instrumento no es algo ajeno o exterior al sujeto que lo emplea, sino que la herramienta es productora de subjetividad y viene asociada a comportamientos específicos. En otras palabras, produce un “ethos” propio.
En uno de los trabajos más lúcidos escritos en los últimos tiempos sobre este tema, el filósofo francés Éric Sadin (París, 1973) expone cómo las tecnologías desarrolladas en lo que va de este siglo han ido conformando a sus usuarios y produciendo relaciones que se encargaron de destronar al sujeto y al mundo precedentes dando paso a una nueva subjetividad, la del individuo tirano.
El autor sostiene que ese individuo es producto de una triple ecuación, en la que se articulan “la sensación de haber sido engañado durante largo tiempo, el hecho de estar dotado de instrumentos que dan la impresión de que uno es menos tonto, al mismo tiempo que más activo, y la voluntad resuelta de no dejarse engañar más y de exigir –por las buenas o por las malas– cambios y resarcimientos, pudiendo llegar al punto de desertar de lo común”.
La era del individuo tirano comienza con un rápido análisis del origen del liberalismo moderno, partiendo de la figura de John Locke. Esa referencia le permite al autor poner en evidencia la ruptura –más que la continuidad– con el individualismo actual. Porque, si bien es cierto que los primeros teóricos del liberalismo postulaban el desarrollo de la libertad individual y enfatizaban la importancia de despejar de obstáculos su despliegue, lo hacían partiendo del supuesto de que eso contribuiría a mejorar a la sociedad en su conjunto.
Es esa confianza en el progreso del liberalismo histórico, en el bienestar común, en definitiva, en lo político, lo que el individuo contemporáneo viene a impugnar con sus palabras y acciones. Y es aquí donde las nuevas tecnologías de comunicación –particularmente la dupla Smartphone/Internet– juegan para Sadin, como explica con claridad, un papel clave porque han ido forjando individuos que creen que la intervención directa (sin mediaciones institucionales a la vez que sin compromisos) es el único camino legítimo tanto para realizar denuncias o canalizar la ira como para proyectar un bienestar personal asociado al consumo y a la vivencia del placer que se le atribuye.
La era del individuo tirano
Por Éric Sadin
Caja Negra. Trad.: Margarita Martinez
304 páginas, $1800