Reseña: La despoblación, de Marina Closs
Una misión en armonía y su descomposición
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Hay novelas que construyen un mundo y hay novelas que lo desmantelan. La despoblación, de Marina Closs (Aristóbulo del Valle, Misiones, 1990) es un caso del segundo tipo, y su movimiento se acerca más a la descomposición de las cosas que a su permanencia.
En la misión del Guayrá la vida se ordena en provisoria armonía según preceptos católicos. El padre Antonio Ruiz, sufriente de estigmas, anota las costumbres de los guaraníes y filosofa sobre la naturaleza del espíritu; hasta que aparece Overá, joven cantor y bailarín que se anuncia Hijo de Dios, imprime milagros con sus pies y quiere hacerse sacerdote. La irrupción del personaje desestabiliza la “vida reducida” de la comunidad a base de malentendidos, planteos antintuitivos y un exceso de vida que preocupa y excita la razón jesuítica. Esa irrupción será el preludio de la debacle, porque a Overá lo sigue Anastasia, mujer del este que ha robado una vaca y quiere volver a convertirse en planta, y después el éxodo de la comunidad toda hacia la selva, a donde van a refugiarse de los mamelucos.
Si bien la región geográfica y cultural, y la época histórica en las que se apuntala La despoblación, construida con una prosa de precisión lírica y humor sutil, la acercan a una tradición de la novela latinoamericana de los años sesenta, la apuesta de Closs se inclina hacia el futuro e interroga formas nuevas de contar lo que se ve. Los personajes de su relato son neuróticos del siglo XVIII; dubitativos y filosóficos, conversan sobre el mundo en una catequesis perpetua. Ante el peligro, pueden internarse en la selva o dedicarse a vivir andando; improvisar una artillería contra los portugueses o retomar ritos caníbales y atesorar los huesos de sus enemigos.
Sea cual fuere la decisión, cada acontecimiento vale en cuanto episodio: una instancia más de la acción, a la que sucederán otras, quizá contradictorias, sin que se detenga nunca el avance en espiral hacia el interior de la selva, la incógnita y la mezcla. La despoblación es como una de las apariciones con las que Overá se encuentra en el monte: “Esto es un prodigio, una serpiente sentada como un rey gigantesco sobre un árbol. Una serpiente que juega consigo misma, sin hacer caso. Una serpiente que baila en el difícil sonido de su propia expresión”.
Luego de Monchi Mesa y Tres truenos, libros construidos a partir de monólogos, Marina Closs da un paso más allá, infrecuente en la nueva narrativa argentina, al articular un racimo de voces en el plano extensivo y orgánico de una novela de largo aliento. No un remache de fragmentos dispersos, sino una maqueta viva del Guayrá donde los protagonistas conversan al ritmo de sus pasos hasta que, por alejarse, ya dejan de oírse.
La despoblación
Por Marina Closs
Blatt&Ríos
296 páginas, $ 2290