Reseña: La conjura de los suicidas, de Petros Márkaris
Uno de los rasgos de los policiales que protagoniza Kostas Jaritos es la forma en que el autor, Petros Márkaris (Estambul, 1937), ubica la trama en escenarios relacionados con la historia reciente de Grecia, su país, tan cercana a la de otras periferias de Occidente. Así, los últimos libros de la serie recorren hechos muy familiares para los lectores argentinos: la crisis económica y ecológica, el desempleo, la relación con el FMI. Era lógico que La conjura de los suicidas, la nueva novela del detective, transcurriera en pandemia, con barbijos, aislamiento y medidas de seguridad incluidos.
Jaritos se ve frente a las protestas de los antivacunas, la rebelión contra el confinamiento y los actos de sabotaje de quienes creen que la enfermedad es una excusa para justificar el autoritarismo gubernamental. Los lectores argentinos reconocen los argumentos de esos debates, y también cuestiones urbanas repetidas como los problemas de tránsito o la falta de recursos de la policía. Esas coincidencias funcionan en contrapunto con las referencias culturales específicas en cuanto a comida, costumbres, horarios, creencias.
Como en los casos del comisario Montalbano (Márkaris dedica esta novela a la memoria de Andrea Camilleri, creador del personaje siciliano), parte del placer de la lectura es el reencuentro constante con el mismo universo de ficción. Todo género recupera un rito y lo cambia. En las series, el texto se apoya dos veces en lo ritual; una, en el esquema del género, y otra, en la ambientación y los personajes. Aquí, la variación más importante es el hecho de que el caso de La conjura... parece terminar en mitad del libro y revive luego de otra forma; como corresponde, el final cierra los dos momentos a la perfección. Entre otros detalles, la novela vuelve a los métodos personales de Jaritos: la necesidad de ver el lugar de los hechos en persona; la búsqueda de consejo entre amigos y familiares (no es el típico solitario de la novela negra estadounidense); el uso del diccionario para interpretar palabras clave y la organización de la pesquisa alrededor de preguntas.
Sin embargo, el centro de esta novela no es el crimen sino la relación generacional entre abuelos, hijos y nietos. Márkaris la estudia tanto en la familia de Jaritos como en la de uno de los criminales. Por eso, la novela termina con una reflexión sobre el futuro: la educación de los chicos, piensa Jaritos, debería incluir no solo la enseñanza institucional (en la escuela o la universidad) sino también el mundo que explican las historias de los abuelos, que transmiten de generación en generación la lucha humana contra los virus de todo tipo (sociales, biológicos, informáticos). Jaritos lo sabe. Por eso, como siempre, busca la solución de los crímenes en ambos escenarios, el de los libros y el de la vida.
La conjura de los suicidas
Por Petros Márkaris
Tusquets. Trad.: E. Marina y S. Spiliotopulu
288 páginas, $ 6900