Reseña: La clase de griego, de Han Kang
Ganadora del Premio Booker Internacional 2016, La vegetariana, la primera novela con trascendencia mundial de la escritora surcoreana Han Kang (Gwangju, 1970), cuenta la historia de una mujer casada, “joven y de apariencia normal” que, de un momento a otro, deja de comer carne y luego se autopercibe árbol. La clase de griego, la nueva novela de Kang, cuenta por su parte la historia de otra mujer, una madre divorciada que “no es joven ni especialmente atractiva”, que de un momento a otro deja de hablar y luego “se mueve y lo comprende todo sin acudir a la lengua”.
Aunque estas no son las únicas novelas en la prolífica obra de Kang (que además de narradora es poeta y ensayista), la continuidad entre La vegetariana y La clase de griego es evidente.
Respecto del estilo, la prosa avanza en ambos casos mediante la condensación de imágenes sensoriales, diálogos reales y sugeridos, saltos temporales y un clima hermético de desolación y severidad que, a través de frases cortas y puntuales, suministran un marco de profundidad y sensibilidad para las mismas situaciones. Con una aproximación ligeramente distinta, podrían resultar tan cómicas como kafkianas (si bien hasta qué punto lo kafkiano y lo cómico marchan a la par es, todavía, asunto de debate).
En tal caso, durante una clase de griego en Seúl dictada por un profesor que, nos enteraremos más tarde, está a punto de quedar ciego por una enfermedad hereditaria, una alumna invitada a leer es incapaz de pronunciar palabra alguna. Lo que le ocurre, explica la novela, es que “un silencio anterior al habla, anterior incluso a la existencia, absorbía el fluir del tiempo y la envolvía por dentro y por fuera como una esponjosa capa de algodón”.
El estilo conduce al tema del libro, al que un amigo del profesor (amigo que, sabremos también, está a punto de morir por otra afección congénita) describe como el hecho de que solo quienes están por perder algo (el habla, la vista o la vida) tienen la posibilidad de “filosofar” sobre lo perdido.
Ahora bien, que en estos universos narrativos de hombres tristes y asexuados las protagonistas de Kang siempre parezcan recreaciones contemporáneas de las pacientes histéricas de Jean-Martin Charcot en La Salpêtrière del siglo XIX, es algo que provoca un efecto literario disonante. ¿Acaso la misma historia que insiste en presentarse como una trágica indagación fenomenológica sobre la existencia y el ser no tiene, también, una pátina escondida indudablemente cómica?
Un profesor ciego le habla a una alumna muda mientras él busca a su madre y ella a su hijo. Resta un detalle: La clase de griego comienza y termina con menciones a Jorge Luis Borges. Si esta presencia es más que ornamental, quizá lo sea porque cifra esta y otras subrepticias ironías.
La clase de griego
Por Han Kang
Random House. Trad.: Summe Yoon
175 páginas, $ 6999