Reseña: La balada de Jimmy Cross, de Federico Lorenz
Una original novela sobre Malvinas
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“Nunca te alejes del mar”, le aconsejó Abram Cross a su hijo Jimmy cuando era un adolescente. Este recuerda esa frase en un momento de vida o muerte que abre con suspenso La balada de Jimmy Cross, novela de Federico Lorenz (Buenos Aires, 1970).
Jimmy nació en 1884 en Port Stanley (Puerto Argentino desde 1982) y heredó el oficio de su padre, un marinero escocés que se había radicado en las Islas Malvinas en 1870. Su trabajo consistía en hacer viajes hacia “el litoral que iba desde la provincia de Santa Cruz hasta el Río Negro”, llevando y trayendo distintas cosas como roble fueguino o cueros de lobo marino, pero también llevando y trayendo personas.
A medida que Lorenz, que escribió ya varios libros sobre Malvinas, va contando la vida de su protagonista –su etapa de aprendizaje, su enamoramiento de la mujer con la que tendrá una hija, su participación en la Primera Guerra Mundial como un certero francotirador–, provee nítidas descripciones (“Le impresionaron los bosques tupidos que parecía que se iban a caer al mar, con árboles que acariciaban las aguas”) y elabora, con pocos trazos, personajes atractivos.
El libro ofrece un documentado y sintético panorama socioeconómico malvinense de aquellas épocas como, por ejemplo, el párrafo dedicado a los ovejeros: “Era gente muy dura y sufrida que trabajaban como bestias a las órdenes de los administradores de las stations, que los trataban como si fueran negros de alguna plantación africana”.
Entre los episodios narrados se destaca el que se ocupa de la cacería de lobos marinos, una actividad brutal (“a las crías, los puppies […] las mataban a tiros, para que la delicada piel se arruinara lo menos posible”) que también ha quedado plasmada en “La batalla”, el famoso cuento de Lobodón Garra.
En la guerra, Cross se gana el respeto de sus superiores gracias a su infalible puntería (“En la culata del fusil había noventa y siete muescas […] Cada una era un boche”) y se hace amigo de su asistente, Richard Anderson, un “argentino algo engreído, nacido en Buenos Aires de padres ingleses”.
La última parte se desarrolla en medio del escenario de la “Patagonia rebelde” y surgen los nombres de El Gallego Soto, de Facón Grande y el coronel Varela. Jimmy se ve envuelto en este conflicto que enfrentó a peones y obreros con los estancieros, un tema que fue abordado por Osvaldo Bayer en su obra Los vengadores de la Patagonia trágica y luego ha sido llevado al cine por Héctor Olivera.
El argumento de La balada de Jimmy Cross, aunque muy coherente en su propuesta ética, pierde aquí algo de originalidad, aunque sin que decaiga nunca el interés por una trama que combina eficazmente la novela de aventuras con el relato marino y la crónica histórica.
La balada de Jimmy Cross
Por Federico Lorenz
A hache
208 páginas, $ 5500