Reseña: La bala que llevo adentro, de Gustavo Abrevaya
El mundo literario que propone Gustavo Abrevaya (Buenos Aires, 1952) es retorcido y está plagado de una forma del mal que nace y muere en el propio ser humano. En su nueva novela La bala que llevo adentro, lo maligno se materializa no solo en la violencia ejercida por las fuerzas de seguridad de una Argentina que atraviesa una dictadura militar, sino también en los civiles, que con su paranoia y su indiferencia las dejan hacer.
Esta es una novela policial; o al menos, así se la presenta. Sin embargo, también puede ser leída como una gran historia de terror. De hecho, en las primeras páginas, lo que impera es un mundo propio de una pesadilla. Un universo del que es protagonista Juan José “El Gato” Marrone, un ínfimo cabo de la Policía Federal, que tiene un trabajo particular: trasladar (desechar) a un basural a los caídos en combate, un eufemismo para nombrar a las víctimas de la dictadura. Allí, entra en escena otro de los engranajes del sistema de terror: los topos, un ejército de “marginales” que despojan a los cadáveres de los pocos bienes que les quedaron. Y por último, el tercer pilar del sistema: el coronel Curcio, una versión esperpéntica del Marlon Brando de Apocalypse Now, de Francis Ford Coppola, que con su lanzallamas hace arder y desaparecer a los cuerpos: “Los muertos no discuten, se dejan hacer”, escribe Abrevaya.
Este tipo de escenarios oscuros, sucios y habitados por humanos monstruosos son las marcas del universo literario de este autor. No en vano el diario The New York Times eligió a su novela anterior, El criadero, como una de las mejores obras de terror publicadas en los Estados Unidos en 2023.
En La bala…, el disparador de la acción es la desaparición de Rocío, una niña de cinco años, una noche de invierno de 1978, mientras el país empezaba a palpitar el comienzo del Mundial de Fútbol. Así, entra en escena el subinspector de la Policía Federal, Federico “El Pampa” Bazán, que será el encargado de buscar a la chica. Para eso, deberá descender al inframundo de los negocios, de los pactos y de las miserias de las fuerzas de seguridad. Un universo, como describe Abrevaya, de “hombres de armas, rudos, viriles y agrestes”.
Adictiva, brutal y por momentos sofocante, la novela busca contar la historia de una investigación policial, pero, sobre todo, del contexto de un país en el que todos parecen ser enemigos de todos y en el que el silencio parece la mejor arma para protegerse. En el medio quedan apresados los ciudadanos que se aferran al recurso de no mirar, como si los afectara alguna patología ocular. De hecho, no es casual que la novela empiece y termine con un símbolo claro: un par de anteojos.
La bala que llevo adentro
Gustavo Abrevaya
Bardos
260 páginas
$ 25.700