Reseña: La aventura sobrenatural, de Esther Cross y Betina González
¿Qué depara, al voraz lector, el desciframiento de lo sobrenatural? En la Argentina, apenas iniciado el siglo pasado, Leopoldo Lugones publicó Las fuerzas extrañas, un volumen de relatos en los que irrumpían acontecimientos, personajes y situaciones que desbarataban la racionalidad de lo natural. La inquietante invocación a “lo extraño” se imponía en aquellos años proclives a lo esotérico y lo inexplicable: personajes como Oscar Wilde, Vernon Lee, William B. Yeats, Robert L. Stevenson, Sigmund Freud y Aleister Crowley –entre otros– detectaron vivencialmente fenómenos “extraños” que, sin embargo, no ocuparon un lugar destacable en sus biografías.
En un admirable rastreo documental, Esther Cross y Betina González, narradoras y ensayistas, recogen las vivencias paranormales de esos autores en La aventura sobrenatural, un exhaustivo, seductor peregrinaje intelectual y espiritual, a cuyo misterio el lector se entrega y agradece.
“Lo extraño”, esa categoría a la que Lugones y otros autores (Olaf Stapledon, Lord Dunsany, Max Beerbohm), atraídos por lo extra natural, frecuentaron en términos de ficción, se verifica en sobresaltos auténticos en la vida cotidiana, en cambio, de intelectuales y artistas (y hasta científicos) que asumieron el ocultismo, el espiritismo o la intuición de un “más allá” con sincera convicción. Freud había dedicado un ensayo a “lo siniestro” (Die Unheimlich), en el que investigaba cómo algo familiar o conocido alteraba su naturaleza y, de pronto, se volvía ajeno, amenazante. Pero las apariciones (y su contrario, la sorprendente capacidad de volverse invisible, como Catherine Crowe), la telepatía, los perfumes irresistibles (el de Aleister Crowley, por caso), todo ese caudal de fenómenos anormales van más lejos, trasvasan, en la vida real, el plano de lo explicable, algo que, a medida que Cross y González avanzan en la “aventura” de su exploración (dividida –atención– en trece partes), se vislumbra una dimensión del “otro lado” que transcurre en simultáneo, “apenas separada de la vida por un velo”.
Aquí Freud es convocado como un intelectual (un sabio, en rigor) capaz de interrelacionar disciplinas e “interpretar”, así, la naturaleza del fantasma: es –sostiene– algo que se ha perdido pero no del todo y que, de algún modo, re-aparece. El esposo de Lizzie Siddal (quien sirvió de modelo a Millais para su Ofelia) asegura que la mujer, en su tumba, lucía “en perfecto estado”, y que su cabello seguía creciendo.
Por su índole, es probable que la esencia de lo sobrenatural se resista a ser plenamente desvelada, pero ya la aproximación a sus manifestaciones, a las que Cross y González inducen en los testimonios de este volumen inclasificable, convierten a esa “aventura” en un ejercicio fascinante.
La aventura sobrenatural
Esther Cross y Betina González
Seix Barral
487 páginas
$ 7200