Reseña: La alteración de los mundos, de David Lapoujade
Donde se cruzan la filosofía y la ciencia ficción
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Una característica de las preguntas filosóficas es que no se agotan con el tiempo. No porque carezcan de respuestas, sino porque aún cuando estas se multipliquen no logran cancelar la inquietud generada por aquellas. Dicha inquietud, incluso, puede amplificarse cuando las preguntas son dotadas de sensibilidad, incorporadas a una trama, sostenidas por elementos narrativos en tensión. Por ello, en muchas ocasiones resulta más efectivo rastrearlas en obras de ficción que en textos académicos. Esto es lo que lleva a cabo el filósofo francés David Lapoujade (París, 1964) en su reciente libro La alteración de los mundos. Versiones de Philip K. Dick. Dos de las cuestiones filosóficas exploradas son las que atañen a la realidad y la identidad.
¿Qué es real? Es recurrente, en los relatos del estadounidense Philip K. Dick (1928-1982), la incertidumbre de los personajes acerca de si las situaciones que están experimentando son o no reales. Hay pluralidades de mundos que se interfieren entre sí, que disputan por su estatus de realidad. En buena medida esto sucede porque dichos mundos suelen ser proyecciones de un psiquismo que invalida la distinción sujeto-objeto. Al modo del delirio, los mundos proliferan en función de los personajes sin que sea posible resolver (ni para ellos ni para el propio lector) si alguno es más real que los demás. A esto se suma el hecho de que hay en las novelas y cuentos de Dick “proveedores de realidades” que alimentan o aspiran a controlar las producciones subjetivas. De acuerdo con el texto de que se trate, dicha función podrá cumplirla una emisora radial, un líder político o un vendedor de drogas. Si en una filosofía como la de Leibniz la decisión acerca de la realidad de un mundo entre otros infinitos corre por cuenta de Dios, aquí no hay autoridad ni interna ni externa capaz de dirimir el pleito.
¿Quién/qué soy? Mientras que a Descartes le era suficiente con plantear su cogito para considerarse como “cosa que piensa”, la presencia de androides, extraterrestres, máquinas pensantes o muertos vivientes en la obra de Dick complejiza el hallazgo de una definición. Es la puesta en tensión con esos seres lo que hace necesario encontrar una característica propia de lo humano. Según el autor, esa característica no será –para Dick– el pensamiento (que cuando se reduce a cálculo puede devenir inhumano en sentido amplio), sino la empatía que alimenta la vida en común.
Como buen discípulo de Gilles Deleuze, Lapoujade no pretende hacer de la vasta literatura de Dick un corpus sistemático, ni proponer claves de lectura exhaustivas y contundentes. Lo que construye con su texto es un horizonte en el que los mundos de la filosofía y de la ciencia ficción se encuentran, colisionan, se alteran, enriqueciéndose mutuamente.
La alteración de los mundos. Versiones de Philip K. Dick
Por David Lapoujade
Cactus. Trad.: Pablo Ires
154 páginas, $ 1200