Reseña: Hotel Metropole, de Paula Perez Alonso
Publicados anteriormente en su mayoría en el suplemento de verano del diario Página 12, los cuentos incluidos en El Metropole, primer volumen de la producción de Paula Perez Alonso (Buenos Aires, 1958) dedicado a la ficción breve, tienen un puñado de características comunes.
Quizá la más notoria sea la constancia en evadir la acción como punto neurálgico de la trama, o de reducirla solo a un punto de apoyo. La continuidad formal de los textos puede rastrearse también en la singularidad de la mirada, en la relación incómoda de sus personajes con eso que estamos forzados a entender como realidad y, desde muy diversas perspectivas, en las ambigüedades y descentramientos de la percepción que figura en ellos.
El hotel que da nombre al libro –y a uno de los relatos– puede pensarse, en cierto modo, como una plataforma, un radar que capta historias y las proyecta hacia sus potencialidades o las devuelve, en el peor de los casos, a su vacío existencial.
A partir de ahí, sin olvidar que esa clave responde a la organización posterior de un grupo de textos en principio dispersos, El Metropole propone en esencia dos estructuras o, acaso mejor, dos derivas: por un lado, relatos que son apenas un marco, la construcción de un espacio para la sugestión y para el pensamiento, para lo revulsivo o lo indómito; por otro, relatos algo más tradicionales, en los que la peripecia arrastra al lector a un eslabonamiento más o menos racional, pero siempre extraño y extrañado.
La saludable anomalía del libro de Perez Alonso por momentos flaquea, con todo, en sus propias leyes. Relatos como “El Metropole” o “Docilidad” parecen anular su propia latencia cuando el punto de partida y el de llegada se vuelven prácticamente idénticos.
Otros, los que responden a un argumento más palpable, lo abandonan abruptamente o con escasa lógica, como si perdieran la fe en él. Así, un cuento como “El fulgor Lili”, en el que la deformidad proyecta a su protagonista hacia una nueva e impensada vida, se resuelve en una reducción casi costumbrista; en “Una forma de morir”, un personaje misterioso es borrado del mapa con un facilismo arbitrario, aunque permita dialogar con un trasfondo más espeso; en “London, Ontario”, una intriga casi policial se desarrolla solo en la letra gruesa de la trama, dando paso a un epílogo arbitrario, pero también inverosímil.
El Metropole posee la indudable virtud de desacomodar al lector, de trastocar a menudo sus expectativas, aunque al mismo tiempo produce la sensación de no ir más allá de una serie de variaciones en torno a un estilo. Algo que podría transformarse en hallazgo, termina por escurrirse una y otra vez entre sus pliegues.
El Metropole
Por Paula Perez Alonso
Tusquets
216 páginas
$ 21.900