Reseña: Ensayos I, de Lydia Davis
El oficio de la literatura, en la mirada de una gran cuentista
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La estadounidense Lydia Davis (Massachussetts, 1947) fue constituyéndose de manera poco menos que subterránea en uno de los pilares de ese género que marca a fuego la tradición norteamericana: el cuento breve. La publicación en inglés de sus Cuentos completos (2009) significó su consagración.
Sus relatos son piezas que tienden al desconcierto y la elipsis, en la línea del minimalismo, aunque tampoco encaja con comodidad en esa tendencia. Tal vez a Davis le quepa el adjetivo de “personal”. Lo demuestran de manera más íntima los textos incluidos en el excelente Ensayos I, título que encierra ya la promesa de un segundo volumen. La manera de describir y reflexionar de Davis es descontracturada, próxima, casi como si le estuviera conversando al lector, más allá de las complejidades del tema.
El libro está barajado en diversas secciones que se repiten: en “La práctica de la escritura” habla de las formas literarias (Kafka, la experiencia de Davis con Flaubert, del que tradujo Madame Bovary), y pone ejemplos desnudos del éxito y el fracaso en la construcción de algunos de sus cuentos. En las sucesivas entregas de “Escritores” habla de la traducción de John Ashbery de las Iluminaciones, de Thomas Pynchon o de Lucia Berlin, pero también de su vínculo con la literatura francesa (Maurice Blanchot, Michel Butor). Hay también apartados sobre artes visuales y un cierre que se centra en la memoria y algunos textos bíblicos. Naturalidad –para robarle un término a la propia Davis– es la mejor palabra para definir estos ensayos.
Ensayos I
Por Lydia Davis
Eterna Cadencia. Trad.: Eleonora González Capria
496 páginas
$ 1690