Reseña: En el otro viento, de Ursula K. Le Guin
El gatito gris, “ese pequeño trozo de vida cálida, lo mantenía alejado del muro de piedras y de las voces que lo llamaban del otro lado”. Quien huye de los rumores de los muertos y lo acosan “justo detrás del velo del sueño en la oscuridad” es el atormentado Aliso, que llega en busca del Archimago Gavilán al puerto de Gont, uno de los islotes del fantástico archipiélago de Terramar, ideado (y minuciosamente dibujado, como hacía Faulkner con su condado de Yoknapatawpha) por Ursula K. Le Guin (1929-2018). Lo que se reproduce pertenece a En el otro viento (2001), quinto y último tramo de las Historias de Terramar, reeditado ahora para su circulación –finalmente– en la Argentina.
Cada noche, en este relato definitivo, los espíritus atraen y asedian a Aliso (quien ha consumado un dudoso y fugaz reencuentro con su esposa muerta) para lograr, a través de él, atravesar el “muro” e invadir Terramar. Entonces, el Archimago Gavilán, que oficia de maestro consejero, lo insta a partir a Harnor, donde la hija de este, Tehanu (personaje central del libro anterior de la saga), lo ayudará, con el apoyo del rey Lebannen.
No sería oportuno enmarcar estas aventuras en el rubro de narrativa “para adolescentes” porque, como lo advierte Le Guin al final del libro, quienes disfrutan con la fantasía, simplemente “leen la fantasía, sin importar la edad que tengan los lectores o los personajes”.
Poeta, narradora de un singular subgénero de ficción científica y, también, de algunos relatos para chicos (como el refinado Alejandro el espléndido y los Alagatos), la estadounidense Ursula K. Le Guin (1929-2018) ha dejado una profusa producción en la que sobresalen, fundamentalmente, La mano izquierda de la oscuridad (1969) y –entre otras– el quinteto de novelas (la autora asegura que “son seis libros”) de Terramar, ese territorio literario compuesto por islas de pura invención, cuyos habitantes constituyen una improbable (aunque verosímil) variante antropológica de otra era, con rasgos que remiten sutilmente a la Islandia real; allí abundan los magos, asoman dragones (con los que el rey Lebannen tendrá que “hablar” sobre guerra y paz, temas que “conciernen al equilibrio de Terramar”) y, además, rigen monarcas legendarios, líderes de antiguas autocracias.
Entregarse a las alternativas de estos espacios fabulosos urdidos por Le Guin podría parecerse a lo que la narradora indica que ocurre cuando sus seres de ficción navegaban en el Delfín, un navío que “se mueve en un balanceo largo y relajado sobre el terso oleaje hacia el sur; resultaba fácil dormir, y la gente durmió, y durmiendo soñó”. El relato de En el otro viento acierta a conectar, por última vez, un sueño (un relato) con otro, en un entramado de irrealidades que fascinan.
En el otro viento
Por Ursula K. Le Guin
Minotauro. Trad.: Franca Borsani
286 paginas, $ 3000