Reseña: El tren detenido, de Carlos Hugo Sánchez
Cuentos variados, del absurdo a la ciencia ficción
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Los diecisiete relatos que integran El tren detenido, de Carlos Hugo Sánchez (Buenos Aires, 1954), son variados, tanto en tema como en extensión (tres páginas los más breves, más de cincuenta el más largo). La mayor parte de la obra del autor permanece inédita, como cuenta él mismo, aunque obtuvo varios premios.
El cuento que le da nombre a la colección cumple con un desarrollo posible de la contradicción entre la velocidad de un vehículo y la inmovilidad de la situación dentro de él. Como esta se extiende a lo largo de los días, pone a prueba la paciencia de los pasajeros, que construyen nuevos vínculos entre ellos.
En otros casos se adivina que coinciden la voz y las opiniones del narrador con las del autor. A menudo se marcan fallas en autores argentinos (Saer, Conti), apuntando más a quienes se fanatizan con ellos que a los propios escritores.
Puede adivinarse, por más de un ejemplo, que Sánchez es o ha sido un buen lector de ciencia ficción. En “El hombre perenne” (el más extenso) construye una red de datos sobre los kiwis y su producción, contrapuesta con la condición de periodista curioso del narrador. El relato se despliega hacia la fantasía ambiciosa. Uno de los muy breves, “El vendedor de sahumerios”, apunta a la posibilidad de que el lenguaje, la conjugación, sean herramientas eficaces.
La corrección a veces falla. La cantante Sinead O’Connor es citada varias veces en un relato, pero una sola con el deletreo exacto de su nombre.
El tren detenido
Por Carlos Hugo Sánchez
Paradiso
253 páginas, $ 1100